the boy Who lived to sufer

CAPITULO I

Narrador omnisciente.

Halloween 1981.

Lily y James Potter, estaban celebrando el segundo Samhain de su amado hijo, Harry James Potter, y aunque fuera triste tener que estar solos por la guerra, intentaban que Harry no lo sintiera. Después de comer pastel de calabaza para ellos y papilla de dicha fruta para él bebé, decidieron que era hora de acostarse, ya que en la mañana tendrían una reunión en la casa de su más grande amigo, Sirius Black, el cual era el padrino de Harry; dicha reunión era de la Orden del Fénix, la resistencia contra él Señor oscuro, Lord Voldemort. Lily, quien llevaba al bebé en sus brazos y James, estaban subiendo las escaleras cuando las barreras del hechizo Fidelio cayeron, James no dudo un segundo, y le dijo a Lily que se fuera con Harry a un lugar seguro.

Ella subió las escaleras hacia la habitación del infante, mientras su esposo les ganaba tiempo, él Lord oscuro entró por la puerta, vio a James y con un simple hechizo Repulso lo envío hasta el otro lado de la habitación dejándolo noqueado en el suelo, subió las escaleras y siguió la magia de la pelirroja, donde con un Petrificus Totalus, la apartó de la cuna. El niño estaba tranquilo mirando los ojos de Voldemort, sin embargo, este se aguantó la risa al verlo. No entendía como la gente pensaba que ese engendro podría derrotarlo, incluso pensó que la profecía que le había dicho su Mortífago era un vil y patético intento para asustarlo y que se retirara, pero al concentrarse en el núcleo mágico del pequeño, sintió miedo, su magia era fuerte y grande, sin dudas podría acabar con él cuando fuera mayor, así que sin titubear lanzó el hechizo asesino Avada Kedavra, pero no contó con que el bebé en un simple acto de magia accidental anulase su hechizo y este lo golpeara a él, asesinándolo al instante.

Lily Potter se levantó enseguida al escuchar el llanto de su bebé, bebé que ahora tenía una cicatriz de rayo en su frente, la madre tomó a su niño y bajo corriendo las escaleras para encontrar a su esposo al pie de estas, los dos al borde del llanto se abrazaron y se aparecieron en la casa de Sirius, donde se encontraba el mencionado, qué al momento de verlos corrió hacia ellos para auxiliarlos, les preparó un té y se encargó de su pequeño ahijado mientras veía que James llamaba a Dumbledore y volvía con Lily para tranquilizarla, en menos de 10 minutos toda la orden del Fénix estaban ahí, incluido el pequeño Neville Longbottom, quien era sostenido por su madre, Alice.

Ambos bebés fueron puestos en un corralito que tenía Sirius en su sala —para cuando la familia Potter viniera de visita—, la reunión duró más de 3 horas donde se llegó a la conclusión de que Harry Potter debía ser enviado al mundo Muggle con sus tíos, debía vivir lo más apartado de la magia posible, aunque eso significara que no volvería a ver a sus padres, padrino y amigo en muchos años. A James y Lily Potter, les dolía la decisión, pero pensaban que sería la mejor, toda la Orden del Fénix estuvo de acuerdo aunque hubieron quejas del Black, él cual tuvo que aceptar a regaña dientes, entonces los señores Dumbledore, James, Sirius, y las señoras Minerva y Lily, fueron al número cuatro de Privet Drive donde dejaron al pequeño Harry Potter, antes de tocar el timbre y desaparecer en esa triste y fría noche.

Harry Potter, fue dejado en una cesta con una manta azul de estrellas plateadas, un pequeño perro de peluche color miel y una carta donde Lily Evans de Potter le explicaba a su Hermana Petunia Evans de Dursley que no podía encargarse más de su pequeño retoño, claro sin mencionar ni media palabra del mundo mágico por si a su hermana le daba por enseñar la carta a alguien más.

La señora ahora Dursley tomó la cesta con el bebé y entró a su casa mientras leía la carta, al llegar al salón su esposo le preguntó que sucedía, ella enojada y asqueada le dijo que "el fenómeno de su hermana le había dejado al monstruo de su hijo", Vernon intento decirle a su esposa que tal vez el niño no era como ellos, pero la mujer no escuchó razones y dijo que lo dejaran en el lugar más lejano de su casa, ella no quería a ese niño, pero tampoco quería que muriera y tener a todos los fenómenos con los que convivía su hermana encima, así que, convenció a su esposo y subieron al auto con Harry aun en la cesta y con su propio bebé en brazos.