–Lo estás haciendo mal, tienes que cubrir todos los huecos –susurré mientras que le enseñaba cómo se hacía.
–Ya lo sé –respondió cansada.
–Madre mía, menos mal que nosotros ya nos vamos –susurró Laura.
–Y que lo digas, yo no quiero estar cuando míster cachas vea esto –Iván continuó con su labor. –No voy a volver aquí hasta que se haya mudado de casa, lo juro. Adoro demasiado mi cara como para que me la parta de una hostia.
–No creo que vaya a romperte la cara por pegar post it en su coche –dijo Caye, que le conocía algo más que los demás.
–Pues no quiero comprobarlo igualmente.
–Qué exagerados sois. Ya os lo he dicho; le debíamos una. Nos ha llenado de hormigas el patio a posta –me enfadé al recordar su querido regalo.
–Según él fue sin querer, que su azúcar se cayó y... –intentó excusarle Laura.
–Nada es sin querer en ese patio, créeme.
Una vez terminamos de llenar hasta el más mínimo espacio de su coche con post it echamos un último vistazo y me tomé la libertad de hacerle una foto para el recuerdo.
–¿Cómo va el contador? –Cayetana alzó una ceja, sabiendo que pensaba ganar fuera como fuese.
–Ahora acabo de hacer el desempate; 4 a 3 –sonreí orgullosa.
–Nosotros tenemos que irnos ya, que si no, se nos va a hacer muy tarde y se de algunos que trabajan –Rocío suspiró, intentando hacerse a la idea de que les tocaba volver a la rutina. No más playa, no más vacaciones y no más "tranquilidad".
–Tú sí que sabes animar a la gente –se cruzó de brazos Iván.
–Oye, que los que nos quedamos también trabajamos mañana –me ofendí.
–Sí pero tú tienes la playa a diez minutos, no cuenta.
–Y también tengo tatuajes gratis en el trabajo, es verdad, eso es el paraíso –le enseñé una marca de mordisco de mi brazo.
–Touché.
Ya habíamos metido todas sus cosas en el coche y estaban listos para irse. Pero se me hacía tan raro que se marcharan después de haberles tenido de nuevo, como si conviviéramos otra vez, que no quería que se fueran.
–Podéis volver para cuando cojáis vacaciones. Si conseguís cuadrarlas aquí tenéis casa, ya lo sabéis. Patio... un día sí y un día no. Pero casa sí.
–Compraremos un colchón hinchable la próxima –sugirió Laura.
–Eso, yo la siguiente me niego a repetir cama con Iván, que menudas dos noches me ha dado... –Iván, lejos se sentirse ofendido se giró descaradamente a Cayetana y le guiñó un ojo.
–Me las apañaré la siguiente para no coincidir contigo, precisamente –dijo refiriéndose a Rocío.
Nos abrazamos por turnos y estos se montaron en el coche.
–Sabes que también puedes subir cuando quieras. Y si Cayetana quiere también puede venir a conocer la gran manzana, podemos hacerle un tour en plan guiri –subieron la ventanilla y nos saludaron con el brazo.
–Son muy majos –aprobó Caye.
–Ya te lo dije.
–Ya, pero tenía que comprobarlo –se encogió de hombros.
–Sí... ¿no será que tenías que comprobar cómo de bueno estaba Iván? –alcé una ceja acusándola directamente de ligar con él.
–Oye... no me culpes. Tú me quitaste a míster cachas, es lo justo.
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Patio compartido
Humor¿Quién me iba a decir que en cuanto me independizase conviviría con el mismísmo diablo? Abril no es exactamente el prototipo de triunfadora que tenemos en la cabeza, pero oye, hace lo que puede. Y sí, Abril soy yo, una graduada en lenguas muertas q...