Prólogo

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- ¡Como siempre! ¿No sabeis hacer otra cosa que no sea estorbar? ¡Por vuestra culpa ahora tendré que comprar una vajilla nueva!

Los hermanos Potter, un niño y una niña, ambos de pelo negro y ojos verdes, de unos siete años cada uno, recibían un grito de su tía Petunia.

- ¡No hemos hecho nada tía!- Decía Diana - ¡Ha sido Dudley!

Cuando la pequeña niña dijo esas últimas palabras, la mano de la pálida mujer se levantó para darle una cachetada

- No vuelvas a decir eso, tu primo es un angelito, él no le haría daño ni a una mosca, sois vosotros los que le complicais la vida al pobrecillo.....¡ Ahora vas a limpiar todos los cristales del suelo, y quiero que quede impoluto!

De los ojos esmeralda de la niña, empezaron a salir una relucientes y translúcidas lágrimas, acompañadas de un llanto, que caían sobre la mejilla ahora inflamada por el golpe. Diciendo que no había sido su culpa, poco a poco algunos vecinos chismosos se acercaron por la ventana a mirar de dónde venía ese sonido.

Petunia, cambió en ese momento de expresión totalmente. Miró a los vecinos que paseaban por la calle de Privet Drive, y les sonrió diciendo "- Ya saben como son los niños siempre armando escándalo- " y miró a Harry para decirle "- Anda, ayuda a tu hermana a levantarse e id a lavaros la cara los dos, yo limpiaré esto-" todo con una dulzura que ningunos de los dos hermanos había experimentado nunca, y que solo los que habitaban en el número 4 de esa misma calle sabían que era totalmente falsa.

Cuando todos los vecinos desaparecieron de su vista, la mujer subió a informar a los niños, de que ambos estarían encerrados en la alacena debajo de la escalera hasta la mañana siguiente para el desayuno. Ambos se sintieron tristes toda la noche y a la mañana siguiente, recibieron un castigo del Sr. Dursley, que consistía en pasar todo el día de sábado haciendo tareas de hogar mientras la familia salía a comer a una nueva hamburguesería abierta recientemente.

Eso había pasado hacía ya unos cuatro años, y los cinco componentes de la familia iban en una barca hacia un faro, a causa de que cientos de cartas a nombre de los mellizos habían llegado por todas partes de la casa, y el sr Dursley, se había vuelto loco intentando deshacerse de ellas. Incluso en el hotel en el que habían estado anteriormente llegaban cartas y cartas, que habían taponado la entrada de este y finalmente habían acabado en ese lúgubre faro.
Por la noche, casi a las doce, ambos dibujaban una tarta en el polvo del suelo. Al dar las doce, los chavales soplaron las velas, felicitándose el uno a la otra, e intercambiando los pequeños regalos que se habían hecho. En ese momento un hombre de unos tres metros de altura, irrumpió en la pequeña sala de estar. Tenía el pelo rizado y muy enmarañado y llrvaba un paraguas morado. Se presentó como Rubeus Hagrid, y, después de una pequeña discusión con tio Vernon y Tia Petunia, nos entregó a cada uno una carta.

Harry la leyó en voz alta, esta decía...
"Señor Harry Potter
Alacena debajo de la escalera
N° 4 de Privet Drive
Little Wihning
Estimado señor Potter:
Nos complace anunciarle que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y hechicería.
Encontrará en la carta adjunta los libros y el material necesario.
El curso empieza el 1 de septiembre, esperamos su carta antes del 31 de Julio.
Con mis mejores deseos
Minerva McGonagall
Directora adjunta"

- Efectivamente queridos niños. Sois magos.

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⏰ Última actualización: Jun 01, 2023 ⏰

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Fred Weasley x lectora (sin completar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora