Dos días después...
Giotto.
Cada uno de nosotros tiene que pagar todo lo malo que hacemos de alguna manera, pero yo debo ser la persona que más daño hizo en su vida pasada. El amor que profesé y por el que tanto luché, por alguna razón creí que tendría un final feliz después de todo.
Ella está en perfecto estado de salud y solo tiene un shock temporal. No estoy seguro a que se refiere con temporal, porque Alexia solo está sacando todos sus sentimientos hacia mí... no, no estoy hablando de los sentimientos de amor. Para ella yo soy solo odio.
Destrucción.
Dolor.
Ningún sentimiento de amor.
Arya me encontró en el suelo llorando por lo que me estaba sucediendo. Ella le pidió a Alek que me hiciera radiografías en la mano, para descartar algún problema. Al parecer los golpes que me di en ella para liberar el dolor, me la fracturaron. Soy bueno tolerando el dolor, pero con mi actual situación, no siento nada.
Estoy más muerto en vida que cualquier otra cosa.
—Mami prometió traerme a mi dinosaurio, papi —la vocecita de Mateo me hace sonreír—. Sanaré tu mano para que puedas jugar conmigo. El abuelo me compró un barco así de grande —separa lo más que puede sus bracitos para enseñarme el tamaño del barco.
—Si me das un beso estoy seguro de que sanará más rápido mi mano —veo el brillo en sus ojos, él se acerca con cuidado para besar el yeso de mi mano—. Pensé que ibas a besar mi mejilla, Mateo.
Su risa hace eco en el pasillo, mi corazón late de alegría porque puedo verlo más a menudo, pero sigue estando magullado por Alexia.
—Pero así sana rapidísimo, papi —responde—. El Tigre Daniel lo dijo cuando lo estaba viendo anoche —acaricia mi mano con delicadeza—. Si te lastimas debes ir al doctor porque él es quien nos hace sentir mejor.
Hijo mío, si supieras que para lo que yo estoy sintiendo la única que puede tratarlo es tu madre. Con mi mano buena acaricio su cabello mientras él hace figuras con sus dedos en el yeso.
—Si pudiera evitar tu sufrimiento, lo haría —Arya se sienta a mi lado—. No te has ido de aquí desde el día que ella ingresó. Tampoco me escuchas para que vayas a casa y duermas un rato y a tu tío y a mí cada día nos preocupas más —tomo su mano para que no se preocupe—. Eres mi hijo, Giotto. Estaré eternamente preocupada por ti. Por eso te he acompañado en silencio durante todos estos días, pero necesito que descanses.
Paso mi brazo por su cuello y la atraigo hacia mi pecho para abrazarla.
—Ma, no te preocupes tanto. Solo tengo que reorganizar las ideas para que todo fluya bien. El tío Alek y tú se preocupan sin necesidad —beso su frente, Mateo se pone en medio de los dos a jugar—. Debo luchar por ese pequeño, pero ser fuerte en estos momentos me es difícil.
—No te estoy pidiendo que seas fuerte, cariño —me reprende—. Te estoy pidiendo que vayas a dormir un poco. Tengo miedo de que cometas una locura en cualquier momento. Solo te la pasas sentado en esta silla como un criminal esperando ser interrogado.
—Es que eres bien literal, Arya —se separa de mí y me ve seria—. Tengo que ocuparme de algunos asuntos en la mañana. ¿Con quién se quedará Mateo esta noche? No he visto a nadie venir a preguntar y mucho menos venir a buscarlo. Me estoy empezando a preocupar de que se vaya a quedar solo aquí, o no me lo quieran dar para evitar que me quede en el pasillo del hospital.
—Sé que te estoy sobreprotegiendo y también sé que sufres por Alexia, pero ya está bueno, Giotto. Nadie sabe lo mal que la estás pasando tú. No soy literal, ¿puedes entender cómo me siento, hijo? —pide casi en un ruego—. ¿Cómo sigues de la mano? Mateo se quedará contigo esta noche. Alexia peleó con sus padres, pero accedió a que estés con él y lo traigas por la mañana para que ella pueda compartir con él y no tenga que ver más peleas de adultos.
—Te entiendo perfectamente, pero no puedo evitar sentirme como lo hago cuando la mujer que yo amo, me odia a tal punto de que quiere borrarme de su vida —me quejo—. Tendré este yeso por algunas semanas y verán el progreso en el transcurso del tiempo —le sonrío a Mateo—. Habilité una habitación para él desde que supe que era papá. Por primera vez en dos años mi Chuleta verá nuevas caras y la habitación de mi hijo será usada.
—El amor que sentimos por nuestros hijos es inexplicable y nos cura la mayor parte de las veces, pero debemos poner de nuestra parte y sacar lo mejor de nosotros, en el peor momento de nosotros, para darles estabilidad a ellos —besa mi mejilla—. Ve a casa y muéstrale su hogar a Mateo, cariño.
Es fácil hablar de las cosas cuando estás fuera de lo que me pasa, pero mi salvavidas es mi hijo y también quien me hunde es su madre. Borrarme de la vida de Alexia será sencillo porque ella simplemente olvidó todo lo malo que pasó estando sin mí, pero ¿quién la borra de mi vida cuando yo si recuerdo todo? Es fácil pedirme las cosas, pero internamente no quiero hacer nada.
Estoy luchando por mantenerme de pie y dando la cara para todo tipo de situaciones, pero honestamente solo quiero echarme a morir.
Mateo, hijo... perdóname. Tienes un padre débil y así no era yo.
Soy un cabezotas, hijo.
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El Empresario
RomanceLibro #1 Saga Princesas. ¿Qué podría salir mal si unimos a un exitoso empresario y a una rebelde sueca? Giotto Marchetti es un empresario exitoso, de reputación perfecta y carácter fuerte. Es amado por sus empleados y odiado por la directiva de su e...