Capítulo doce: ¿Sexo suave?

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Jungkook amaba a Jimin.

No poseía una cantidad exacta porque los números no bastaban para saciar todo ese amor que jamás podría pesarse o medirse. Asi como no le cabía duda que la palabra amor no era buen domador para soportar sus emociones ya que cuatro letras jamás serían suficiente.

Lo supo porque la primera vez que lo vió quiso ser una pieza del rompecabezas de Jimin. Aun recordaba sus ojos gatunos, la envidia que tuvo a cada imagen que impregnaba en ellos; se llamó patético por ello. Sin embargo ahora, aquellos dos orbes oscuros se estaban haciendo parte de su esencia de felicidad, en especial los momentos que sonreía, los suaves belfos levantados en media luna para luego revelar sus dientes.

Jimin para otros era un infantil y retozona mocoso, pero para Jungkook se trataba de un fuerte torbellino de dulzura en el desierto que había estado sobreviviendo. Que chillaba ni bien le daba atención a otra cosa que no era el, que se emocionaba como si hubiera ganado la lotería por ir a comprarle helado de fresa. Alguien que se enojaba de una forma muy tierna hasta el punto de creer que en ese pequeño ser ni había ni la más mínima pizca de maldad pura.

Ese era su Mini.

Aquel omega que se echó a llorar la vez que le dio en la cabeza con la pelota en unos de sus entrenamientos. Y luego de minutos le prometió jamás hacerlo sentir adolorido si dejaba de quejarse con la enfermera de el y a sobre nombrarla de abusadora sacude cerebros. El dramatismo que dejó en esas paredes fue sensacional a su parecer.

─No llores ─le dijo esa vez que lo escuchaba hipear, sus rodillas en el pecho y cabeza hundida entre ellas─, no fue mi intención darte con la pelota, además ¡para qué te cruzas! Esa era una zona para alfas, no para omegas.

Jungkook sabía que optar una actitud despótica, creída e insolente intimidaba como atraía gente. Pero ahora lo usaba porque había algo en el omega que lo derretía y ponerse a la defensa dejando en claro su puesto en la jerarquía social fue su primera elección. Creía que al menos dejaría de llorar y por fin cedería a solo dejarse curar por la enfermera, beta que ahora mismo estaba brindándole una mirada de desaprobación por sus palabras.

Jimin sorbió su nariz.

─Eres un alfa muy tonto al decir eso ─inquirió Jimin con reproche en su voz, limpiandose el ojo izquierdo con su manga─. A mi me caen mal los alfas tontos.

Si bien, se dio cuenta que el omega era muy malo para insultar, y que en otras ocasiones eso se le haría muy patético para alguien de su edad, sin embargo ¿por qué ahora su lobo retorcía entre un tejido meloso? Su estómago aleteó de la nada, hasta un punto de querer reír por las cosquillas.

─Mi mamá dice que los alfas como los omegas deben ser tratados por igual ─agregó después, frunciendo el ceño─. Y que tú me digas que no puedo pasar por una cancha de fútbol solo porque allí van los alfas, se me hace muy tonto.

Jungkook bufó.

─Es la verdad ─intentó defenderse Jungkook─. Y si no me crees, creele al golpe morado de tu frente.

El omega chilló.

─Sigues siendo tonto ─le dio un golpe en el pecho a Jungkook─, ¡los tiempos han cambiado!

Jungkook dejó escapar una risilla, el golpe que le había proporcionado no le había afectado en lo más mínimo, ni lo había sentido.

─¿¡De qué te ríes!? ─alzó la voz Jimin, exaltándolo─. ¡hablo en serio!

─Te ves lindo enojado ─soltó de golpe Jungkook, sincero, y produciendo que las mejillas del más pequeño enrojecieran.

Al menos, había dejado de llorar.

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