𝐖𝐄𝐒𝐓 𝐂𝐎𝐀𝐒𝐓 | ʜᴀʀʀʏ ᴘᴏᴛᴛᴇʀ

I; far from home

PRECISAMENTE A LAS NUEVE Y VEINTE de la mañana, Reinette Lynch avanzaba por el amplio comedor del Caldero Chorreante, el cual estaba más animado de lo usual (algo difícil). Había salido esa mañana de domingo a comprar todo lo necesario para su viaje de vuelta a Hogwarts, su tercer año, con los Lynch. Sin embargo, Aidan se negaba a pasear por las calles del Callejón Diagón sin antes haber desayunado algo decente para tener la energía suficiente. Los padres de la familia, encantados con la presencia del mayor en su hogar, accedieron de inmediato a un desayuno en el Caldero Chorreante. Richard tenía que reunirse con Arthur, y Elizabeth aprovecharía para hablar con Molly Weasley.

Reinette solo estaba contenta de estar con su hermano esa mañana, así que le acompañó sin dudarlo.

Al encontrar un sitio, vio las características cabezas rojas de los Weasley. Richard fue de inmediato a interceptar a Arthur y a Harry Potter; Reinette vio como le alejaban y acorralaban en una esquina del comedor. Por otro lado, Elizabeth procedió a abrazar a Molly con una gran emoción, ambas empezaron a charlar en un claro tono que dejaba indudable al resto del mundo de que estaban compartiendo los últimos cotilleos.

No obstante, aunque los dos padres se alejaron a realizar sus asuntos, Aidan se mantuvo al lado de Reinette. Intentó que nadie notara de su presencia en el Caldero Chorreante, pero uno de los Weasley se lanzó encima de él rogando por un autógrafo. Ambos hermanastros se miraron unos segundos.

─¡Aidan Lynch!─ exclamó procurando no hablar en un tono muy elevado, pero eso no evitó que varias cabezas se giraran a observar qué causaba la alegría del menor de los Weasley─. Soy amigo de tu hermana, Reinette. ¿A que somos amigos? Sí... Sí... ¿Me podrías firmar un autógrafo? Por favor.

Aidan se rio mirando Reinette alzando sus cejas: ─No sabía que eras amiga de los Weasley, a papá le hubiera encantado saberlo.

Es que no somos amigos, pensó Reinette, pero siguiendo el juego del pelirrojo solo se alzó de hombros.

─No preguntaste por mis amigos─ contestó cómicamente. Movió su cabeza de lado a lado en forma de reprocho─. Si estuvieras más tiempo en casa, tal vez lo sabrías.

─Si me has quitado la habitación, ¿cómo voy a estar en casa?

—Fuiste tú el que me ofreció su habitación cuando se marchara— replicó, cruzándose de brazos.

Su hermano comenzó firmando la camiseta azul que llevaba puesta Ron con un rotulador negro. Mientras que el pelirrojo intentaba entablar conversación con el buscador de Irlanda, una mano agarró el brazo de la menor de los Lynch. Giró su cabeza asustada, para ver quién era el dueño de la mano, pero se tranquilizó cuando vio que era su padre.

Richard Lynch, por alguna extraña razón que desconocía Reinette, estaba arrastrándola a una zona del Caldero Chorreante alejada del resto de los comensales. Pudo ver como su hermano la observaba alejarse por el rabillo del ojo.