Capítulo 2

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Un escalofrió me recorre al caer en cuenta que esta frente a mí, el corazón me late tan rápido que podría morir ahora mismo del miedo.

- No morirás, aun no es tu momento

No sabría como describir su voz más que atemorizante, eso sumado al hecho de que parece haber leído mi mente hace que este a nada de entrar en pánico.

- No creo que me hayas invocado para quedarte callada, Ania.

Trato de respirar y encontrar mi voz, pero tengo tanto miedo del dios que tengo enfrente que casi es una tarea imposible. Tras unos segundos empiezo a hablar.

- Mi padre, mi hermano – es lo primero que me sale – están muriendo

- Lo sé, puedo ver su final cerca

Su afirmación hace que se cree un nudo en mi garganta y que mis ojos piquen por las lágrimas.

- Quiero salvarlos, la medicina no funciona – una lagrima resbala por mi mejilla – solo quiero que sobrevivan – ni siquiera tengo intenciones de mencionar que todo esto es por su culpa, aunque lo pienso.

- Asi que quieres que evite su muerte

- Si

- Antes – toma la botella de vino del suelo casi sin que me dé cuenta

Parece que le da un sorbo a la botella, no alzo demasiado la mirada para comprobarlo, no puedo distinguir su rostro si es que tiene alguno.

- Debes saber, Ania, que lo que me pides tiene un precio

- ¿Un precio?

- Claro, no pensabas que salvaría a tu familia sin nada a cambio, asi no es cómo funciona. Todo tiene un precio, se requiere un equilibrio

- ¿Qué es lo que quiere? – cuestiono temerosa

- La verdadera pregunta es, ¿Qué estas dispuesta a sacrificar a cambio de la vida de tu padre y hermano? ¿Qué es lo que me ofreces?

Puede que sea una pregunta difícil, pero tenía la respuesta sin siquiera pensarlo

- Cualquier cosa, lo que me pidas te lo daré. Te doy todo lo que tengo.

No puedo ver su rostro, pero algo me dice que está satisfecho con la respuesta

- No posees nada de valor para mi Ania, pero tu valentía es sorprendente – su tono de voz es neutro, como si hablara con una pared

- Se que no tengo nada material para darle, pero le daré lo que sea que quiera– no puedo permitir que se vaya de aquí sin ayudarme – puedo conseguir lo que me pida

- ¿Asi que me darás lo que sea que quiera de ti?

- Lo que sea

- ¿Incluso tu alma?

- Si – respondo sin pensar

Puedo sentir su sorpresa, también la mía, y es que no creí hasta qué punto estaría dispuesta a sacrificar algo por ellos, pero sin duda no mentía al decir que, si quería mi alma, se la daría.

- Si quiere mi alma, es suya. Solo sálvelos por favor

Tarda unos segundos en responder, pero cuando lo hace por fin puedo respirar de nuevo.

- Muy bien Ania, acepto tu sacrificio. Lo que sea que yo pida de ti, a cambio de la vida de tu padre y tu hermano.

- Bien

Toma la botella de vino y el cuchillo que en algún punto deje caer, recita un par de palabras que no logro entender mientras corta esta vez su palma y un líquido negro cae dentro de la botella.

El dios de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora