Estoy en el baño del local, sentada en el inodoro, contemplando las pintadas de la puerta. Ainhoa quería pintarlas y así poder taparlas. La convencí para no hacerlo. Son como un diario público. No sabemos quién las escribió, cuando, porqué ni que sentían en ese momento. Suelo leerlas todas, eligiendo mis favoritas. Aunque nunca lo tengo claro. Si tuviese que hacer un ranking, me quedaría con tres en particular.
"El que hace lo que siente, gana aunque pierda."
"¿Quién serías si no tuvieras miedo?"
Y la última, "Si fueras música, yo bailaría."
Las tres me llegan, las tres me tocan la piel y me erizan el alma.
Cuando acabo de hacer pis, salgo a la barra y disimuladamente, cojo un rotulador y me escabullo de nuevo al lavabo. Me encierro en él. Y, sintiéndome un poco vándala, dejo mi propia frase en la puerta. O más bien, testamento.
"Haz lo que te haga feliz. Haz lo que te haga vibrar. Lo que te llene el alma y te haga cosquillas en el corazón. Hazlo con miedo, hazlo asustada, hazlo sin decírselo a nadie o grítalo a los cuatro vientos. Pero hazlo. Se valiente"
Cuando salgo del baño, disimulando por mi pequeña fechoría, me encuentro a Ainhoa y a Nerea subidas a una mesa perreando al ritmo de Bad Gyal. Menos mal que el bar aún está cerrado. Aunque creo que estas dos, se atreverían a hacerlo con la cafetería llena de gente.
Antes no se llevaban muy bien. No mal, pero tampoco bien. Demasiada intensidad junta en dos cuerpos diferentes, normal que en ocasiones chocasen. Pero esta vez, han descubierto que tienen algo en común: meterse conmigo. Y desde eso, han comenzado a congeniar. Ayer me las encontré con una bata de seda, en el sofá, con mascarilla en la cara y rodajas de pepino en los ojos. Hoy a la mañana se hicieron una sesión de pedicura. Reconozco que yo echaré de menos a Nerea cuando vuelva a Galicia, pero Ainhoa creo que también.
Cuando se percatan de mi presencia, mi vitorean para que me una a ellas. Y me encantaría hacerlo... pero me puede la vergüenza. En mi vida hay cosas que solo puedo hacer con una pequeña cantidad de alcohol en mi cuerpo. Perrear encima de una mesa, como si no hubiese un mañana, es una de ellas.
Tras pasar la tarde junta, entres mojitos, compras y más mojitos, vuelvo a casa.
Me siento en la isla de la cocina, y por quinta vez, reviso la lista que tengo delante. Llevo haciéndolo media hora. Repaso de nuevo todos los nombres. Cojo el boli. Con la duda en mi corazón. Cuando Ainhoa me pidió la lista de mis invitados para la inauguración del local, le dije que me entraban en un posit. Y es cierto. Pero hay un nombre que no sé si escribir.
La releo de nuevo.
Samuel. Su novia Ana. Sebastián. Y dos personas que aunque estén lejos, espero tenerlas aquí ese día. Nerea y mi madre.
Pero... ¿y la otra persona que falta?
Esa que este año me ha hecho tanto daño. Que me ha controlado más que nunca. Que me ha chantajeado una y otra vez. Estos meses, y toda mi vida anterior.
Cojo el boli, y trazo cuatro letras, casi apenas visibles: papá.
No debería querer verlo. No tiene sentido que quiera compartir con él este día tan importante...¿no? Pero voy a reconocer, en voz muy baijta... que siempre ha estado en mis grandes momentos. Y que su mirada, orgullosa por mi, siempre me ha cautivado. Y me gustaría poder verla una vez. A pesar de todo lo que ha pasado. O quizás, justo por ese motivo.
Estoy tan sumida en mis pensamientos, que no percibo la presencia de Pol hasta que me rodea por detrás con sus brazos.
—Nena — me dejo abrazar, disfrutando de su olor, esa mezcla a café y canela —. ¿Qué haces?
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La magia de dos corazones en movimiento [Parte 2 Bilogía]
RomanceSegunda parte de la biología. _____ Sara lleva tres meses en Madrid. Sara ha reído, ha vivido, ha soñado y se ha enamorado. Sara ha besado a Pol. Y luego ha huido. Pol lleva tres meses ensanchando su colección de sonrisas. Pol ha fluido, ha luchado...