IV

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Cuando se envainase un arma de plata, el maná del portador fluiría por el metal y regresaría al cuerpo, más limpio, enérgico y ligero. Como si un río desviara su cauce hacia un estanque y lo purificara.

Esa sensación era la señal que indicaba la sincronización entre el arma y su portador.

Para medir la sincronización se necesitaba suministrar maná a un cristal llamado "Vasija Primordial", era el único capaz de contener el maná puro y sin alterar por un tiempo. Un hechicero con afinidad al Fuego, vería en la vasija que su maná rojizo tendría algunas porciones blancas. El porcentaje de maná blanco era igual al porcentaje de sincronización.

Se le llamaba "Sincronía Limitada" si el porcentaje era de 24 % o menor, este nivel no era suficiente para destruir el Miasma.

La "Sincronía Base", desde 25 % hasta el 49 %, aumentaría las reservas de maná del portador considerablemente. Como si tuviera un "recipiente" extra para guardar más.

En caso de llegar a la "Sincronía Media", 50 %, el portador del arma subiría 30 niveles de forma inmediata y sus reservas de maná se duplicarían.

Tener un porcentaje aún mayor y alcanzar el 99 % no traería ningún efecto adicional, más que aumentar la resistencia y el daño que el metal de plata soportaba e infligía al Miasma.

La "Sincronía Perfecta", 100 %, no traía ninguno de los beneficios anteriores. No aumentaba las reservas de maná y no subía tantos niveles. Su único efecto era el misterioso nivel extra, solo para aquellos que ya eran nivel 100, y solo entonces podría cortar el Miasma.

El efecto de subir 30 niveles de la Sincronía Media comúnmente se le llamaba "escalar". Si alguien con Sincronía Media estaba cerca del nivel 100 o de su nivel máximo, solo subiría los niveles hasta dicho límite.

Aunque este era un efecto en extremo poderoso, no era tan sencillo como encontrar un arma con Sincronía Media y hacer que todo el batallón se sincronizase y después volviera a sus armas. Poseer un arma de plata que le perteneció a alguien con una Sincronía Media no garantizaba que también pudiera sincronizarse al 50 % con su nuevo portador.

Además, la propia sincronización impedía que alguien más accediera al poder del arma, y a su vez, evitaba que su portador pudiera sincronizarse con otro equipo de plata. Este efecto recibía el nombre de "vínculo" y desaparecía tras años sin sincronizarse, después de la muerte del portador o la fundición del arma.

Otra de las grandes ventajas del escalado, era poder superar el "Limitador", también llamado "Cuello de botella", de forma inmediata.

En el nivel 29, el maná se volvía inestable. Para usar cualquier arte, se gastaría más maná del necesario y muchas veces no se activarían. Los efectos potenciadores o defensivos durarían un solo golpe, la sanación y la maldición invertirían sus efectos.

Luego de un tiempo, diferente para cada raza e individuo, podrían suceder dos cosas.

En el primer escenario, el maná de un hechicero con afinidad al fuego pasaba de un pálido tono rosa, a un rojo más intenso. En el segundo escenario, el maná se estabilizaría con su mismo color paliducho. Así era como se sabía si se superó el Limitador o no.

El cambio en la intensidad del color significaba una mejora en la calidad del maná, la cantidad que el cuerpo del individuo podía almacenar, el acceso a nuevos hechizos de mayor rango, y un aumento inmediato de las estadísticas.

Dicho cambio representaba un aumento tan alto, que un guerrero nivel 30 podría vencer a otro guerrero nivel 29 y todavía le sobraría un cuarto de su poder total. El mismo escenario se repetiría dos veces más en los niveles 59 y 89. Superar el segundo Limitador era una labor digna de reconocimiento. Pocos en Ulos podrían superar el tercer Limitador.

¿Mi deseo? ¡Ser el protagonista de este mundo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora