Una mañana interesante

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Pov. Jungkook.

A los lejos se escuchaba un sonido, uno muy molesto que no me dejaba seguir en mi quinto sueño. Haciéndome fruncir el ceño.

Esperen...

Hoy no será miércoles, ¿verdad?

Con un ojo medio abierto reviso mi celular, aún con el sonido del despertador afectando mi paz. Y me doy con la sorpresa de que sí, es miércoles y voy súper tarde.

Seguramente hoy me entierran vivo, y ese será mi increíble (odioso) jefe.

Dios mío, es que sólo a mí se me ocurre hacer un maratón de videojuegos en plenos días de semana. Estoy harto.

Pero si uno quiere triunfar en la vida hay que sacrificarse.

Me dí una una ducha/aseo de unos 5 minutos rapidísimos, felizmente mi gran cerebro me alertó de que planchar mi traje un día anterior era buena idea, así que salgo corriendo rumbo a la cafetería más cercana y cara de la ciudad por un par de cafés, y para mi "suerte" hay una gran cola de gente esperando por su orden. ¿Enserio al mundo no le importa mi desesperación?

Mientras me lamentaba, Katherine la cajera llamó mi nombre. Entregándome dos cafés - café con leche ligth- salvando mi mundo.

Nuevamente salí apresurado, ya que el edificio quedaba a unas 3 calles, mirando mi reloj de mano y cada vez más sudando por los nervios, creyéndome Usain Bolt.
Finalmente llegué cuando el ascensor estaba a nada de cerrarse con otras personas dentro.

Ya en la oficina, me doy cuenta que el jefe Kim aún no llegaba, mis compañeros de trabajo recordándome lo tardón que fuí hoy.

Caminaba rápido mientras los saludaba a todos, y sólo un segundo bajé la miraba para verificar el nombre del café correspondiente para mi jefe, cuando de pronto tenía el suyo ensuciando toda mi camisa.

Por el amor a Iron Man, había chocado con Hoseok.

No me quedó de otra que seguir caminando, lanzando maldiciones en silencio.

- Buen día a ti también Jeon- habló Mingyu, burlándose.

-Entradas para ver a big bang primera fila Gyu, ahora quítate la camisa de una buena vez- el otro hizo caso aún riéndose, pero aceptando el trato. Tuve que sacrificar el boleto preciado que me costó conseguir. Una pena.

Cuando terminé de vestirme, mi jefe venía saliendo del elevador con el teléfono en la oreja, espantando a todos cual fantasma terrorífico sin siquiera devolver el saludo a sus empleados. ¿Ven por qué decimos que es un odioso?

Ahí va, otra mañana en mi alegre trabajo... y sólo son las 8:30 am.

🅱️🆘

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