El secuestro

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Cap.1

De devuelta a casa, camine por la desolada calle de la Av.Hooper, solo en pensar en estar en casa, sentía un gran alivio. No era la más grande, ni la más lujosa pero, era mi casa, aquella que tanto luche por conseguir.

Miré de reojo, no era una zona muy segura nadie sabe cuándo un malhechor puede arrebatarte la cartera o la vida, ¿quien sabe?

Me detengo cuando veo a un chico apoyado en una pared en lo más oscuro, doy un paso atrás por instinto pero el se aparta de la pared y camina hacia mi, detrás de el otra sombra emerge de la oscuridad, ambos son altos pero, el que va al frente es más delgado, claro que yo no me dejó intimidar fácil.

—Si lo que buscan es dinero, chicos están en el lugar equivocado, soy tan pobre —Digo con un dramatico lamento, aferranda a mis bolsas con fuerza.

—No queremos tu dinero —escucho a uno de ellos hablar, en un murmullo casi inaudible.

—¿Ah, no? —Los miro sospechosamente alternativamente.

Doy otro paso atrás, disimuladamente, algo confundida cuando se detienen frente a mi. El de la izquierda mira hacia los lados antes de hablar. Es un tipo bastante guapo, la tenue luz de la luna me dejó visualizar sus rasgos.

—Te necesitamos, tu habilidad nos sería muy útil —parece un tanto sospechoso e intimidante la verdad.

—¿De que habilidad hablan? —los miro con el seño fruncido —Yo... yo... no tengo ninguna habilidad, se confundieron de persona.

El otro me miró fijamente podía sentir su mirada fría sobre mi —No nos intentes engañar sabemos todo lo necesario sobre ti, ahora tu decides vienes por las buenas o por las malas.

Claramente no me voy a quedar ahí para averiguar ninguna de las dos... Y si, chicos hice lo que cualquier persona en su sano juicio haría, corrí como nunca lo había echo.

Corre perra corre. Podía escuchar al tipo de esa película de porno-terror que pasaban siempre en la tele, gritar esa frase.

Podía escuchar sus pasos apresurados detrás de mi, maldición odiaba mi cuerpo por no estar en forma. Tenía dos opciones, buscar ayuda o tratar de llegar a casa por el otro camino, pero claro como siempre mi torpeza tubo que visitarme.

Caí como una foca fuera del agua, mis rodillas ardían y las palmas de mis manos también, intenté levantarme pero ellos ya estaban justo a mi lado.

—Bien, Samantha creo que elegiste por las malas —con eso me levanto del suelo y me arrastró hasta una Hummer negra a unos metros de nosotros —ahora sé buena chica y quédate quieta.

Lo mire indignada —Como quieres que me esté tranquila cuando me estáis secuestrando, exijo hablar con mi abogado —los mire expectante pero ninguno dijo nada, me cruce de brazos sabiendo que había echado a perder mis bolsas de comida y mi noche de películas.

Unos minutos más tarde se detuvieron al llegar a una gran mansión. Ya dentro de esta me encontraba sentada en un gran sofá de cuero negro con dos tipos que  parecían más estatuas que personas a ambos lado de mi.

Mire a mi alrededor era una casota muy bonita, no me dió tiempo a mirar cada detalle por qué en ese instante unas grandes puertas de madera tallada con bonitos diseños se abrieron y de el emergió un hombre con un montón de agentes vestidos de negro con lentes oscuros.

—Vaya, Vaya, aquí tenemos a la gran Samantha Kay , la reina de los no vivos —El tipo me miró con una pequeña sonrisa en sus labios, que me pareció perturbadora pero, madre mía, eso no fue lo que captó mi atención.

El tipo era guapo y no el tipo de chico guapo cliché de series para adolescentes, este tenía unos hermosos ojos cafés y unos labios rojos que daban ganas de probarlos, su cabello iba en picos hasta caer por su frente en hermosos rulos.

Vamos Samantha no te desconcentres.

Le puse mala cara y lo mire con los ojos entrecerrados —No soy la reina de nada, ya déjenme ir —hice ademán de levantarme pero uno de los tipos que tenía a mi lado me mantuvo en mi lugar al poner su gran mano sobre mi hombro izquierdo.

Ok... Ésto será más difícil de lo que pensé.

El tipo me miró y sonrió abiertamente —Veras pequeña Sami lo que quiero que hagas... es que me hagas un pequeño favor y luego podrás irte a casa y seguir con tu vida como si nada hubiera pasado.

—No te conozco de nada —lo mire desconfiada —¿por qué haría algo por ti?

—Oh cierto, disculpa mis modales, soy Mikael. Mikael Haleyt, pero mis amigos me dicen Mika, un gusto —extendió su mano hacia mi y la tome dudosamente.

—Samantha Kay. El... el... gusto no es para nada mío
—solté su mano rápidamente, mientras el me miraba fijamente.

Su voz se volvió un susurro —un placer tenerte conmigo reina de los muertos —Lo miré fijamente y por primera vez pude pude ver ese destello que gritaba peligro en sus ojos.

—Mis muchachos te iran a llevar hasta tu casa. No queremos que nadie te haga daño, ¿verdad pequeña Kay?


Lo mire sin comprender por unos minutos, se sintió raro escucharle prenunciar mi apellido de ese modo, como si antes ya lo hubiera escuchado, fue una sensación extraña y diferente.

—Yo... Será mejor que me vaya —me levanté. Mi pierna aún dolía tenía algunos raspones por la vergonzosa caída de hace unas horas.

Afuera la misma Hummer negra me esperaba, subí en silencio y me deje perder mientras volvíamos de regreso a casa, al llegar me bajé sin decir una palabra, mire la calle y pude ver mis bolsas tiradas al suelo aún. Me devolví a recoger lo poco que aún seguía servible y comestible.

»Camine hasta el porche y subí los escasos escalones para adentrarme a mi hogar. Saqué la lleve y abrí la puerta, con un suspiro dejé las cosas en la cocina y subí a mi habitación, me lance sobre la cama y mire hacia el techo, mientras sentía mis ojos cerrarse, quedando dormida.


Primer capítulo, apoyen para seguir motivando a escribir, y no olviden botar, espero y les guste.

Nat.

PAGANDO POR LA MUERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora