13.-Gentilmente Pelirrojo.

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Nueva York es una ciudad grande comparada con Ohio, puedes perderte en cualquier parte y nunca encontrar tu destino otra vez. Claro, eso nunca pasa con las personas que viven aquí; ellas saben bien en dónde están paradas la mayoría del tiempo.

Pero para Julie, Dylan y para mí no es tarea fácil encontrar un sitio adecuado para comer. Hay muchas cervecerías, restaurantes antiguos en los que Julie no nos deja entrar y más que eso están los enormes letreros de luces que no me dejan pensar bien ni me dejan ver.

-Julie, tengo hambre-dice Dylan de mal humor, mirando por la ventana-¿Quisieras detenerte para comer al menos el más pequeño pedazo de mier...

-¡Hey!-interrumpe ella-Cuida tus palabras conmigo, jovencito.

Él gruñe y ni siquiera la mira, sigue viendo por la ventana.
Hay un tráfico horrible, las bocinas de los autos alrededor están locas sonando por los aires; y todo por culpa de camión atravesado que está descargando mercancía para una compañía de muebles.

La bebé descansa en mis brazos, ambas vamos en el asiento trasero.

-También tengo hambre, Julie-Digo.

Ella me mira por el espejo retrovisor-No puedo detenerme ahora, hay mucho tráfico en la calle y no hay donde estacionarse.

Sonrío irónicamente-Genial.

-Sólo esperen un par de minutos a que consiga un lugar en donde estacionarme.

Se oye un bullicio en la calle, incontrolable y desesperante cuando tienes hambre; estoy por pedirle a Dios que ocurra un milagro para comer y aparece: un auto a toda velocidad se estrella contra nosotros. El impacto hace que mi cuello y el de todos en el auto latigueen hacia adelante, me aferro fuertemente a la nena y la cubro para que nada le pase, y ella comienza a llorar.

Julie rebota contra el volante y por un momento mi vista está nublada, mis oídos colapsan con las bocinas alrededor. Recupero la visión y Julie se levanta lentamente, atontada tanto como yo pero también sobresaltada.

-¿Están todos bien?-Dice ella, frenética.

-No, espera-Se oye un gemido, viene de Dylan.

Por un momento me olvidé de él, lo miro levantarse lentamente con las manos cubriéndose la cara.
Gime de nuevo, respirando entrecortado.

-¿Estás bien?-repite Julie.
Él se quita las manos de la cara, mira a Julie.

-¿Esto se ve mal?-pregunta.
Julie se horroriza y entra en pánico.

-Dylan, mírame-Él me mira y es cuando me doy cuenta de todo. Su cara tiene mucha sangre que corre desde su frente, se le escurre por un ojo y en los labios. Cubro mi boca con las manos, sorprendida-Oh, estás mal.

Él sonríe, inconsciente-Sí, se siente como si estuviese mal.

Julie asiente-Creo que, creo que yo.... iré a charlar con el del otro auto. Ya saben, para... arreglar esto.

Ella se baja del auto un poco alterada, yo miro a Dylan y él me mira a mí, su cara ensangrentada no combina con su gesto de que nada le duele; está como si nada hubiese pasado.

-¿Qué?-Me dice ligeramente.

Enseguida me meto entre los dos asientos delanteros y lo tomo del cuello de forma suave. Él hace un gesto de dolor cuando lo hago.

-¿No te has dado cuenta que tienes la cara llena de sangre?-Le digo.

Él sonríe-Es que no siento la cara.

La bebé comienza a llorar con tanto alboroto a su alrededor, la había olvidado a ella ahora; su cara se coloca de un rojo brillante. La tomo, estremeciéndola. Dylan tiene más sangre en la cara aún.

Mi Perfecto Idiota.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora