Parte Única

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Abro mis ojos lentamente, una luz me cala de manera intensa. No logro ubicar donde estoy. Cuando logro acostumbrarme a la luz, me doy cuenta que es una farola y que estoy sentado en una banca en medio de un parque que poco a poco voy reconociendo. Pero, ¿qué estoy haciendo aquí?

¿Cómo fue que llegué a este lugar?

No puedo recordar nada de lo que pasó. Toco mis bolsillos para buscar mi teléfono y mirar la hora, pero mis cosas no están, mi teléfono celular, mi cartera y mis llaves no están. De seguro me han asaltado, me desmayé y me vinieron a botar acá.

Si, eso es lo más lógico.

Necesito encontrar algo que me diga dónde estoy y ponerme en contacto con mi familia que han de estar preocupados por mi. Miro un poco a mi alrededor y poco a poco los vagos recuerdos del lugar empiezan a aclararse.

Este es el parque a donde solía venir a caminar con mis papás cuando tenía trece. Una sonrisa surge desde lo más profundo de mi. Quisiera regresar a esa época, la vida no era tan mala y podía ver al chico que me gusta cada semana.

Suspiro y me levanto. Me siento adolorido, pero en algún momento sin darme cuenta el dolor se pasa y me siento tan ligero como una pluma. Todo esto es tan extraño, incluso a lo mejor estoy soñando.

Un movimiento entre la maleza me alerta y me giro con un poco de temor, un perro que parece ser callejero se acerca a mí, me mira con desconfianza, me olisquea y comienza a ladrar, pronto se le unen todos los perros del vecindario y logró escuchar algunos de sus dueños callándolos. Pero algo más llama mi atención. Una vieja camioneta negra se estaciona delante del terreno baldío que esta contra esquina del parque. De ella bajan dos hombres que solo de verles la espalda, hacen que me den unas ganas tremendas de llorar y que me duela el pecho.

Camino lentamente hacia ellos con cautela logrando ver sus rostros riéndose y sacando una bolsa negra que lanzan sin cuidado alguno al asfalto. Uno incluso le da unas patadas a la bolsa, me escondo, porque aunque son extraños, me resultan familiares, porque ver esa bolsa hace que me de pánico.

Porque su risa retumba en mis oídos como un fuerte chirrido, solo quiero que se calle y no puedo hacer más que taparme los oídos en un vano intento de no escucharlos.

—El chico hubiera sido nuestra siguiente gallina de huevos de oro. Era de los que le suelen gustar a los clientes, hubiera sido el mejor si no hubiera intentado escapar  —habla uno de ellos y escupe al suelo —vámonos, ya no tarda en amanecer —ambos hombres tomaron la bolsa y la aventaron haciendo que se escondiera entre tanto zacate y maleza crecido, subieron de nuevo a la camioneta y se fueron sin más.

Por alguna razón empiezo a sentirme intranquilo, lágrimas salen de mis ojos sin saber por que, bajo mi mirada y logro ver mi ropa machada de lodo y lo que parecía ser sangre. Con pasos lentos me acercó un poco más al terreno y desde lejos puedo ver la superficie negra.

No me contengo al llorar, poco a poco los recuerdos vienen a mi, como una película de terror, niego y me pellizco el brazo para despertar de esta pesadilla.

Pronto empiezo a recordar todo.

Recuerdo haber salido tarde de la universidad.

Recuerdo ir jugando con mis amigos mientras pasábamos por la facultad de medicina.

Recuerdo perfectamente haberlo visto con su uniforme, su bata blanca y su ropa azul, logro recordar su ceño fruncido mientras caminaba con la vista en su teléfono móvil.

Soy capaz de recordar las últimas palabras que me dijo mi amigo cuando me negué a hablarle por milésima vez.

—No puedes estar mirándolo desde lejos toda tu vida, te pierdes dentro de tu cielo tratando de alcanzar el cometa, que no disfrutas el bello espectáculo de las estrellas, pero bueno, es tu decisión, me tengo que ir, hoy iré a casa de mi tía, tendrán una cena por el cumpleaños de uno de mis primos, nos vemos mañana, Hirving —eso fue lo último que me dijo antes de que me abrazara y se fuera a la dirección contraria a la mía.

Inside My Sky [Lozavedo OS]Where stories live. Discover now