i. ilítia

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| ojos oscuros

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| ojos oscuros.

El próximo día, Altea había decidido madrugar. Consideraba que le haría falta, teniendo en cuenta el largo día que tenía por delante.

Así, se puso el uniforme obligatorio, al que evidentemente, añadió ciertos detalles personales, que lo hacían ver más "Altea".

Una vez emprendido el camino para volver a ser quien era antes, comenzó a andar por los largos pasillos de la instalación como si estos le pertenecieran.

Y la gente, la creía. Igual no tenían ni idea de quién era, pero su actitud confiada intimidaba a los estudiantes.

— Perdona, ¿Tú eres Altea? – preguntó un chico de ojos oscuros, acercándose a ella de manera repentina, lo que la asustó de cierto modo.

Altea, sorprendida, porque no tenía ni idea de quién era el chico, arrugó las cejas con confusión. — Sí, y tú eres...

— Jeong Gi Hwan – se presentó el joven, tendiéndole la mano con una sonrisa, que Altea no estrechó. Mucha confianza demasiado pronto.

Altea le dirigió una larga mirada al chico, intentando averiguar dónde lo había visto antes. Por alguna razón, le resultaba familiar. — Lo siento, ¿Debería sonarme tu nombre?

A pesar de la seriedad del comentario, el chico mantuvo su sonrisa con dulzura. Después de todo, sabía a la perfección como era la chica. — Mi hermano Choi y tú fuistes compañeros hace un par de años.

Y entonces, Altea comprendió.

Gi Hwan, aquellos apellidos que Altea no sabía cómo había podido olvidar. Le pertenecían a uno de los muchos pretendientes a los que Altea rechazó en sus primeros años de instituto.

Sin embargo, algo en Choi era especial. Y a pesar de Altea elegir a Min Ho en la recta final, el chico de ojos oscuros le había marcado mucho.

La coreana no entendía como no había caído antes. Después de todo, el chico en frente suya era exactamente igual a su antiguo enamorado, con ciertas diferencias casi imperceptibles.

Mismos ojos, misma sonrisa radiante, mismas facciones, mismo color de cabello azabache, mismas expresiones y gestos.

— Oh, lo recuerdo – contestó con simpleza Altea, sin querer desvelar todo lo que había pasado con su hermano. Era una historia para contar un jueves tarde con un té en mano, pues resultaba ser extensa. — ¿Tu hermano se graduó el año pasado, no?

— Sí, ahora está en el primer año de universidad – le contestó el chico, y Altea sintió un pinchazo de nostalgia. Su enfermedad le había hecho perderse cosas que le importaban, como el último año de Choi. — Él hablaba mucho de ti. Y déjame decirte, que eres igual a todas las cosas que me dijo.

— ¿Y que te dijo? – preguntó Altea, que no sabía si tomarse el último comentario como un cumplido o una crítica. Después de todo, nunca había arreglado su amistad con Choi después de no corresponder sus sentimientos.

odisea ; xo kittyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora