todo lo que solían ser

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—Extraño a Cristiaaan. —Repetía Lisandro, dandose un golpe contra la guantera del auto.

Estaban en el medio de la nada, viajando hacía no sabían donde y esperando encontrar una estación de servicio, porque sino, era probable que se quedaran ahí, parados y sin servicio.

Nahuel sostuvo más fuerte el volante del auto, dando unos golpes con sus dedos. —Ya te escuche, lo repetiste las últimas diez veces. —Dijo, sin sacar su vista del frente. 

El copiloto se tiro hacía atras para apoyar su cuerpo en el asiento. —¿Cuanto falta? 

Respiro. —No se, Lisandro. Falta un huevo, así que mejor cerra el orto o dormite porque sino te mando yo a dormir de una trompada.

Rodó los ojos. —¿Me das tu celu?

—No hay servicio.

—Para música.

Nahuel negó con la cabeza, agarrando su celular del costado y entregándoselo al contrario junto con los auriculares que estaban enredados. 

Al menos así se callaría un poco hasta que llegaran... a donde sea que querían ir. 

—Que garcha de canciones tenés, Nahuel. —Se quejó, mientras pasaba su dedo sobre la pantalla, su voz cortándose en la mitad de la oración.

El nombrado se giró cuidadosamente, guardándose toda la calentura que había desarrollado sobre Lisandro en la última hora. Era un rompe huevos, que no podía estar tres segundos sin la tecnología o sin estar comunicado con Cristian.

Eventualmente, después de seguir la ruta por unas horas más, el acompañante se durmió, con la cabeza hacía abajo y la boca levemente abierta. 

Que pena, lo tenía que despertar.

Paró en la estación, bajándose del auto para cargarle nafta al tanque y así seguir por el camino. Nahuel agarró su celular, notando que tenía dos rallitas en el radar y buscó para llamar a su amigo.

—¿Hola? —preguntó Cristian al otro lado de la línea.

—Hola. —Dijo Nahuel, suspirando y apoyándose contra el auto mientras veía los litros de nafta subir.

—Se te nota cansado.

—Decile eso al pelotudo de Lisandro. 

—Epa, con el Licha no.

—Esta durmiendo. Es un pendejo, literalmente, no paró de hablar en todo el viaje. —Explicó el mayor.

Hubo un silencio, y por un segundo pensó que Cristian le había cortado la llamada, o se había perdido cualquier conexión que habían tenido.

—De hablar de vos —aclaró. —Te extraña. —Añadió en un tono bajo, para que el chico dormido no lo escuchara.

Hubo un suspiro por parte del otro cordobés. —Igual nunca me lo diría a la cara. —Dijo y Nahuel pudo captar algo de desilusión en sus palabras.

Si, era verdad. Lisandro, a pesar de ser un obsecionado con Cristian, jamás admitiría nada de eso; es por eso que el rubio solo le contraba a Nahuel sobre él. 

Lo lindo que era. Lo bueno que era. Lo gracioso que era.

Era en esos momentos que Nahuel se preguntaba porque nunca le diría nada al menor, si ambos estaban al tanto que era un sentimiento mutuo. 

—¿Por qué no se lo decís vos? —preguntó con curiosidad.

Sacó la manguera y la volvió a dejar donde originalmente estaba, cerró el tanque con la llave y se alejó más del auto para pagar la nafta. 

13&25 ~ cutilicha OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora