Marcas

Piel

5:45 AM en el despertador, mis ojos se abren para comenzar un nuevo día, aroma a café que se cuela por mi nariz y después de una ducha tibia ya estoy preparado.

Me dirijo hacia mi trabajo por la misma ruta de más de 6 mil pasos de ida y regreso que inicie desde hace 4 años, sintiendo cada planta con mi mano, respirando el aire de la mañana y llegando casi a horas similares cada día.

En punto de las nueve de la mañana abrimos el banco para otra jornada de atender a tanta gente inconforme como puedan imaginar, hoy parece ser un día cargado de procesos que solucionar tanto frente a las personas como a través de la vía telefónica.

Al medio día una sensación de inquietud invade mi ser, pensamientos de incertidumbre por el futuro inician a tomar el control de mi mente, incrementa el ritmo al que mi corazón late, y cada uno de los bellos en mi piel se eriza.

Al volver a estar presente noto que no tengo ya uñas que masticar después de un episodio de 15 minutos aproximadamente de ansiedad.

Así lo llamamos, así nos autodiagnósticamos luego de alguno de estos síntomas, pero ¿Cuál es el miedo que me invade hoy? ¿Es nuevo? Será el mismo miedo que hoy crea diversas situaciones en mi piel desde sangrado, ronchas o un inquieto párpado derecho .

Un vaso de agua tibia estando atento a como el líquido baja por mi garganta y la sensación de volver a humedecer la boca.

Al llegar las 6 horas de la tarde es tiempo de ir a casa en dónde me espera un plato de comida caliente y una charla con mi madre con la acompañante pregunta de cada día

¿Cómo te fue hoy?

Tal vez esperando una respuesta distinta a la de todos los días y de corazón quisiera dársela, decirle que me siento mejor que bien que todo a ido de maravilla.

Pero como la vida es real y no fantasía solo me siento apto para contestar un:

Todo bien, me fue bien.

Reviso mi celular y como es normal no hay alguna notificación que sea interesante, un par de páginas de lectura y es hora de dormir .