Capitulo 1

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Cuenta la leyenda que en el departamento número cuatro se encontró el cuerpo sin vida de una adolescente, la escena era totalmente atroz ya que la joven tenía un corte en el rostro a la altura de los labios y sus ojos estaban quemados, mientras que su espesa sangre se escurría por sus mejillas. Muchos creyeron que pudo ser un asesinato pero por alguna extraña razón la investigación se detuvo a la mitad y se lo catalogó como suicidio y nunca más se volvió a hablar acerca de aquel incidente.

Desde ese día ninguna persona se volvió a mudar a dicho departamento y con el correr de los años aquel edificio cerró por no recibir más inquilinos. Según decían se escuchaban ruidos espantosos como sollozos o gritos que parecían provenir de la habitación cuatro, otros afirmaron haberla visto y más tarde terminaron en un hospital psiquiátrico. Hay quienes creen que los fantasmas rencorosos se vuelven demonios malignos que están dispuestos a cometer los actos más atroces con tal de saciar su sed de venganza.

Pero como saben, los fantasmas no existen por lo cual esta historia no es más que solo un mito. ¿O no?

"Una vez que abres la puerta ya no hay marcha atrás"

"No la mires a los ojos si no quieres crear un vínculo con aquellos recuerdos horrorosos y perder la cordura"

"Vete mientras haya tiempo"

Claramente Eliot no hizo caso a aquellas advertencias y ahora deberá pagar las consecuencias.

10 años atrás:

     —Mátalos —dijo la voz femenina a su oído mientras acariciaba su rostro. 

     —¡Hazlo! —agregó otra que sonaba más grave y aterradora.

     —¡Mátalos! —gritó con frustración jalando su cabello.

El pequeño trató de evitar aquellas voces diabólicas que lo atormentaban cada noche así que se cubrió con las mantas, tapó sus oídos con la almohada y comenzó a cantar la canción de los tres ositos, tal y como se lo había enseñado el cura. 

     —Hay tr-tres osos en u-una casa —susurró el pequeño entre sollozos—, papa oso, mama osa, bebe osito —con cada palabra su voz se volvía más débil—. No es real, no es real —dijo para sí mismo.

Estaba seguro de que su padre había cerrado la ventana antes de salir de la habitación pero por alguna razón el viento azotaba las cortinas como si estuviera abierta de par en par.

     —Hazlo ahora —ordenó una figura sombría.

Pero este no le hizo caso, entonces de un momento a otro comenzó a sentir como al menos unos diez pares de manos frías con uñas largas y puntiagudas comenzaban a recorrer su lechosa piel, dejando marcas a su paso.

     —¡Por favor, no! —suplicó entre lágrimas. 

Pese a sus súplicas, aquéllas criaturas malignas seguían lastimado su piel hasta sacar sangre de sus heridas mientras que soltaban risitas y susurraban cosas que no llegaba a comprender. El miedo invadió su pequeño cuerpecito y comenzó a sentir como su pijama comenzaba a humedecerse al igual que sus sabanas. 

     —¡Hazlo! Vamos.

     —Será divertido, sí, lo será.

     —Juega con nosotros —repetían las voces una y otra vez mientras se reían de forma desequilibrada.  

Entonces sintió como una de las sombras se colocó en su espalda y enroscó sus piernas obscuras a las suyas como su no tuviera huesos y rodeo su abdomen con sus brazos, finalmente apoyó lo que sería su rostro sobre su hombro y con una sonrisa torcida le pidió que se levantara. 

El pequeño acató sus ordenes sin mas que hacer y se sentó en la cama, de repente unas venas negras comenzaron a hacerse presente en su carita y sus ojos se tornaron rojos, era demasiado tarde. Se puso de pie y se dirigió a la puerta, el cuerpo extra no pesaba demasiado ya que claramente no era una persona. Con las piernas temblorosas bajó las escaleras, no quería hacerlo, realmente no quería, pero aquella entidad había tomado procesión de su frágil cuerpo.

Eran al rededor de las tres de la mañana, todo se encontraba en completa obscuridad a no ser por un tenue resplandor que provenía de la sala. Una vez en la cocina abrió el cajón, dejando a la vista diversos tipos de cuchillos, a su mamá le gustaba usar uno para cada cosa en particular.

     —Ese —dijo alegremente la entidad, señalando el cuchillo más grande y afilado.

Con lágrimas rodando por sus esponjosas mejillas tomó el objeto brillante, donde pudo ver su propio reflejo al igual que el de aquél ser horroroso de ojos brillantes y dentadura afilada.

     —Hazlo —demandó señalando hacia atrás.

Giró sobre sus piecitos y caminó lentamente hacia la sala, la televisión se encontraba encendida pero como la transmisión había acabado solo se podía ver la estática. Su mamá se había quedado dormida sobre el sofá como de costumbre, ella solía ver televisión todas las noches ya que no podía dormir a causa de las pesadillas. unos pasos más bastaron para estar ya detrás suyo, sorbió su naricita y luego de susurrar un "lo siento" cargado de culpa colocó el cuchillo a la altura de su cuello.

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⏰ Última actualización: May 08 ⏰

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La habitación N° 4 [En Curso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora