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— Maldición... — susurró Baji, justo antes de colapsar y terminar en el suelo.
— ¡Baji-san! — Chifuyu corrió hasta donde estaba para ver qué había sucedido. — ¡Qué fue lo que le hiciste, Kisaki?!
— Lo que viste. Yo no le hice nada.
Un charco de sangre comenzó a formarse debajo de Baji.
— ¡¿Te apuñalaron?! ¡¿Cuándo?! — lo hizo Kazutora, por supuesto. — Kazutora... ¡Kazutora!
Él, sin embargo, no respondió. Estaba arrodillado susurrando cosas sin sentido.
— Sabía que Kazutora estaba mal de la cabeza. — mencionó Kisaki. — Ya veo... llevó a Baji a Valhalla para matarlo él mismo. ¿No es así, comandante?
—...Mika, suéltame. — Manjiro le pidió antes de levantarse. — Por favor.
— Como quieras.
El comandante miró a Kazutora, y con ira evidente en su tono de voz, comenzó a hablar.
— Quería matarte. — afirmó él. — He pensado en matarte desde que saliste de la correccional. Y el que me convenció de no hacerlo... fue Baji. — comenzó a caminar, bajando de aquella pila de chatarra. — Me dijo que todo lo que querías era verme feliz; que por eso no podías procesarlo. Que aunque mataste a mi hermano, tuviste que convertirme en tu enemigo para soportarlo. Pero...
Se detuvo por un momento. A pesar de su tono de voz, su expresión no mostraba ni una pizca de ira. Continuó caminando hacia donde se encontraba Draken en silencio, mientras los ojos de todos estaban puestos en él.
— Mikey...
— Kenchin... la pelea terminó.
— ¿Cómo que terminó? — se rió Hanma. — ¿Quién te crees que eres, Mikey? ¡Eso no es algo que puedas decidir así como así!
Manjiro lanzó una patada a su cabeza, dejándolo inconsciente.
— ¿Ves? Terminó.
Después de ese momento, los miembros de Valhalla comenzaron a salir corriendo aterrados ante la caída de Hanma. Pensaron que si lo habían derribado a él, ellos no tenían oportunidad.
¿Y quién los culpaba?
Mikey avanzó hasta donde Kazutora estaba arrodillado y lo miró sin decir una palabra.
— La traición es parte del ser humano. — el de mechones amarillos susurró, más que nada para sí mismo. — Acabemos con esto, Mikey. — se levantó mientras hablaba. — O te mueres tú o me muero yo-
