Capítulo 37

2.3K 107 4
                                    

Camino sigilosamente hacia el despacho de Damasco, sintiendo cómo los nervios consumen cada célula de mi cuerpo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Camino sigilosamente hacia el despacho de Damasco, sintiendo cómo los nervios consumen cada célula de mi cuerpo. A pesar de ello, intento controlar mis emociones, ya que mostrar debilidad no es una opción en este momento.

Toco discretamente la puerta, sin esperar una respuesta. Comienzo a abrirla lentamente y lo encuentro recostado en su silla, masajeándose la sien. Levanta la mirada y sus ojos se clavan en los míos, luciendo apagados y tristes.

—¿Todo bien? —pregunto con miedo a escuchar su respuesta.

—Siéntate.

Su frialdad me aterra aún más, pero algo en él parece diferente. Hago lo que dice y, una vez mi trasero reposa en la silla frente a él, solo atino a decir:

—¡Lo siento mucho!

—Yo también lo siento. Siento todo lo que has pasado, siento que nuestra pedida de mano haya terminado así. Sé que no eres feliz, Esmeralda.

—Patrick, yo...

—Escúchame —interrumpe—. La muerte de Marian me ha hecho reflexionar mucho y, en este punto, no quiero más muertes, sufrimientos, secretos ni mentiras.

Toma una profunda respiración y sus ojos comienzan a llenarse de lágrimas.

—Creo que hablar desde el dolor no es bueno para ti, ni para mí. No digas tonterías, no juegues conmigo, no digas cosas de las que estoy segura de que te arrepentirás.

—No sabes lo que dices, Esmeralda. Traerte a mi vida ha sido la mejor decisión que he tomado. Por ti, estoy dispuesto a dejarlo todo e iniciar de nuevo.

—Eres un idiota. —Me levanto de la silla y camino hacia la puerta. Estoy cansada de escuchar estupideces y sus promesas vacías, pero él me detiene.

—Sé que no crees ni una palabra de lo que digo, pero no estoy mintiendo. Esmeralda, te amo.

Ha dicho que me ama. ¿He oído bien? No sé cómo reaccionar ante esto, pero si es verdad, entonces lo tengo justo donde quería, aunque todavía no puedo creerlo del todo.

—No creo ni una palabra de lo que dices. Por favor déjame, Patrick.

—Quiero demostrarte que lo que he dicho es cierto. Si me permites organizarlo todo, nos casaremos mañana mismo.

—¿Casarnos mañana? ¡Has enloquecido! Ni siquiera tengo mi libertad, no sé nada de mi madre, me has quitado todo, Patrick, absolutamente todo, y no tengo respuestas para nada. Esto es una obsesión enfermiza.

—Te juro que, si accedes, todo cambiará y todas tus preguntas serán respondidas.

—Todo esto es otro de tus chantajes. ¡Maldita sea, no!

—Déjate querer, no es el momento de saberlo todo. Intenta confiar en mí, solo por una vez, eso te pido.

Se acerca a mí y su frente se une a la mía. Respira con dificultad y sus manos acarician mi rostro. Nuestros ojos se encuentran en una conexión profunda.

Riesgosa SeducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora