Aún continúo en la sala de este hospital, y no sé si quiera irme. No deseo salir y enfrentar el motivo por el cual me trajeron. No quiero estar afuera y comprobar que mis sospechas son ciertas.
Recuerdo que este día partió como siempre. Ducha, desayuno y viaje en dirección al trabajo. Ingresé al vagón del metro, todo muy normal. Me senté mirando el piso y de pronto entre la gente, divisé unos zapatos igual a los que llevaba puestos. Observé al hombre que los usaba y noté que su vestimenta era como la mía. Continué inspeccionando y mayúscula fue mi sorpresa, cuando descubrí que era muy parecido a mí. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Aunque estaba a cierta distancia, pude notar claramente que su apariencia era calcada a la mía. Sacudí la cabeza, contemplé a la gente alrededor, pero todos iban preocupados con sus asuntos. Busqué nuevamente al tipo y ahí seguía, afirmado de un fierro junto a la puerta, sin notar mi presencia. El tren se detuvo y bajó. También tuve que hacerlo, esa era mi estación. Dejé que se alejara para borrar el impacto que me causó verlo.
Tomé asiento en el andén y esperé a que toda la gente se marchara. Me quedé unos veinte minutos hasta reponerme por completo. Recordé que tenía que estar en la empresa hace ya media hora, así que partí de prisa.
Llegando al edificio, donde seguramente estaban extrañando mi presencia, una rara sensación me detuvo cerca de la entrada. Mis temores regresaron cuando lo vi aparecer nuevamente.
Esta vez salía del lugar, e inexplicablemente iba escoltado por mis compañeros de trabajo. Esperé a que se alejaran y corrí hasta mi oficina. Me acerqué lentamente a mi escritorio. Estaba mi computador encendido, y mis materiales de trabajo esparcidos en la mesa. Claramente alguien los estaba utilizando, seguramente él. Salí corriendo espantado.
En ese momento todo se me hizo confuso. Esa persona no solo era idéntica a mí, también calcaba mis gestos y hasta cumplía mis labores. Decidí enfrentarlo. Permanecer afuera hasta que regresara. Si se encontraba copiando mi rutina, debería estar de vuelta en unos quince minutos. Durante ese tiempo pensé en que decirle y como reaccionaría. Si era mejor pedirle explicaciones tranquilamente o encararlo con vehemencia. Pensé muchas cosas y decidí tan solo hablarle y esperar su reacción.
Finalmente lo vi. Volvía solo. Reuní valor y me acerqué. Me paré tras él y le grité.
-¡Oye!, ¿quién diablos eres tú? - él se detuvo y volteó lentamente.
Mi cara se desencajó, mis manos comenzaron a temblar y un frío reposó en mi cuello. Ese hombre tenía mis ojos, mi pelo y el color de mi piel. Ese rostro era el reflejo exacto que obtengo cada vez que miro un espejo, una copia de mi naturaleza humana.
Me observó con molestia y dijo;
-Perdón, pero no te conozco - prosiguiendo su marcha como si nada.
Esas palabras que salieron de su boca retumbaron en mi cabeza. Esa voz, que era mi propia voz, fulminó toda lógica. La certeza de mi existencia se debilitó, y se sostuvo sólo con la fuerza de mis piernas. Miré alrededor, parecía no importarle a nadie. Todo era normal, excepto yo.
Luego vino ese fuerte pitido en mi oído derecho, que se convirtió en un zumbido cada vez más punzante. Desesperación extrema y finalmente al suelo, inconsciente.
Solo recuerdo hasta ese punto. No sé quién me trajo, ni lo que dijeron cuando llegué acá. Me desperté muy perturbado y con un fuerte dolor de cabeza. Recordé lo sucedido y lloré.
Creo que la vida me está buscando un reemplazo.
¿Qué estaré haciendo mal?
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REEMPLAZO
Short StoryLo normal, deja de serlo. Al encontrarse en la extraordinaria y compleja situacion, de toparse con una persona exactamente igual.