PRÓLOGO

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Durante una parte de su infancia y adolescencia Robert solo puede recordarlo a él.
No de forma romantica, si no de lo que llegó a causarle, se acuerda de cuando lo agarraba y le pegaba, de las veces que lo empujaba y sobretodo cuando le llamaba "maricón".

Había empezado a llamarle así cuando lo encontró de la mano con un chico, y aunque con un forzado español intentó decirle que no sabía que estaba diciendo, no le salvo de la paliza.

Eso con el tiempo empeoró, al principio se metía con su nacionalidad, sobre cómo debería volver a su país de mierda si tanto le gustaba hablar polaco, y con el tiempo luego de que lo viera con aquel chico la cosa empeoró.

Se quedó sin amigos y paró de jugar al fútbol un tiempo, solo quería volver a casa y no tener que seguir en España, odiaba que su padre estuviera por trabajo allí y tuviera que aprender un idioma mientras un niño cinco años mayor que él lo molestaba.

Antonio Páez era el diablo encarnado, era un chico carismático y manipulador, que siempre conseguía lo que quería, y molestar a un niño que apenas podía hablar el idioma era lo que le llamaba la atención en ese momento.

Todo pasó en un borrón, hay días que su único recuerdo de ese país es él, nada más, nadie que lo pudiera defender.

Hasta que en un momento su madre se cansó y se fue a Polonia de vuelta, llevándose a Robert y a su hermana Milena de vuelta a su país natal.

Luego de eso los años pasaron rápido, volvió a jugar al fútbol y empezó a jugar en equipos de Polonia hasta que se trasladó a la liga alemana y finalmente alcanzó el tope con el Bayern de Múnich.

Había días en los que recordaba a Antonio Páez y pensaba en cómo le iría la vida, si había triunfado o si solo se había desperdiciado, Robert realmente esperaba que la segunda, nunca había superado todo el acoso que recibió.

Con los años fue ganando en el fútbol y con treinta y tres años se cambió de equipo para el FCB, es decir el Barça, uno de los equipos más conocidos en España, aquel país que tantos problemas le causó.

El primer día del entrenamiento conoció a todo el equipo menos a un joven llamado "Gavi" según toda la plantilla, por lo que parecía ese día no se presentaría por motivos familiares, pero que mañana lo conocería.

Lewandowski se preguntó quién sería el que faltaba en el equipo, ya que solo habían dicho su nombre y era bastante pequeño a comparación con él.

Al día siguiente se dirigió al entrenamiento demasiado temprano para practicar un rato y lo vio a él, no había pasado el tiempo o al menos seguía como cuando tenía dieciocho años, Antonio Páez no había cambiado nada, y la verdad es que en ese momento vio rojo.

El polaco se dirigió en dirección al chico, que cuando se dio cuenta de que estaba en presencia de su nuevo compañero de equipo se acercó sonriente, causando que Robert se paralizara.

—¡Hola! Soy Pablo Páez Gavira, pero me llaman Gavi encantado—no era Antonio Páez, si no que era su hijo.

Su hijo el que era idéntico a él.

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