Volvió a casa con la mente en ebullición. La sensación de estar al borde de la locura era abrumadora, y la única persona a la que podía atribuirle esa tormenta interna era Jeff.Deseaba con todas sus fuerzas estar a su lado, anhelaba amarlo y sentir su amor a cambio. Sin embargo, esa misma devoción era un arma de doble filo. Sabía que, si confiaba plenamente en él, las mentiras y los secretos de ambos podrían salir a la luz, y no quería que las palabras hirientes, pronunciadas en momentos de rabia, volvieran a hacerle daño. Las heridas que Jeff había acumulado, consecuencia de su historia de abandono y narcisismo, lo repelían y, a su vez, lo atrapaban en una espiral destructiva. Era un dolor compartido que ambos sentían, pero que no sabían cómo afrontar. A menudo, se encontraba atrapado en su propio silencio, deseando tener el valor de expresar sus pensamientos sin el nudo en la garganta que se formaba cada vez que Jeff estaba cerca, susurrándole mentiras dulces que, aunque placenteras, lo atormentaban.
Había momentos en los que, con el corazón latiendo fuerte, había intentado decirle lo que sentía, pero Jeff no parecía comprender. Era triste pensar que, tras su fachada de honestidad, se escondían miedos que lo consumían. Estos temores, cargados de amor, se convertían en ecos vacíos en su mente cada vez que se dejaba llevar. Sabía que esos miedos podían dañarlo a él tanto como a sí mismo.
Maldita sea, estaba cayendo. Solo quería envolverlos a ambos en un abrazo, perderse en la calidez de sus cuerpos mientras él le prometía que todo estaría bien. ¿Por qué no podía hacerle entender que no lo abandonaría, que siempre estaría a su lado?
El agua caliente caía sobre su espalda y el alcohol en su sistema le nublaba la mente, ahogándolo en pensamientos oscuros. Se sentía desvanecer. ¿Podría Jeff ayudarle a respirar de nuevo?
Sin más, salió de la ducha. Al mirar su teléfono, vio que tenía múltiples llamadas perdidas de Build y Apo, pero decidió ignorarlas. Solo deseaba dormir. Sin embargo, el sueño no llegaba. En la calma de la noche, recordó cómo había comenzado todo con Jeff, un recuerdo tan mágico que le hizo desear ignorar todos sus defectos y permanecer a su lado. Anhelaba que las cosas fueran diferentes.
### Nueve y quince
**Diez años atrás...**
Eran las 8:40 p.m. y Barcode había salido con sus amigos, algo inusual dado el estricto control de sus padres. La única condición para salir era regresar a casa a más tardar a las 9:15. Sin embargo, cuando llegó el momento, sus amigos ya se habían ido y se encontró solo en la ciudad, perdido. La única opción era detenerse en una calle transitada y levantar el pulgar, esperando que un taxi se detuviera.
Pero lo que parecía un simple intento de conseguir un taxi se convirtió en una eternidad. Diez minutos parecían una eternidad cuando el reloj avanzaba hacia su castigo.
**Jeff, desde su perspectiva:**
Mientras tanto, Jeff recorría la ciudad con el único propósito de despejar su mente. El coche que había recibido como regalo por cumplir 18 años se había convertido en su refugio. Fue entonces que vio a Barcode, alzado el pulgar en una calle llena de autos. Al instante, sintió que el mundo se detenía. En medio de la oscuridad, Barcode brillaba, una luz que iluminaba la noche. Se detuvo, le hizo una seña y, cuando el chico le preguntó por su dirección, le dijo que se subiera.
—No me cuesta nada, me queda de pasada —aunque sabía que eso no era cierto.
—¡Genial! Tengo que llegar en 15 minutos —respondió Barcode, con prisa—. ¡Muchísimas gracias!
Jeff quería conocerlo en profundidad, quería decirle que nunca había visto a alguien tan hermoso. Deseaba compartir con él el misterio de su existencia, sentir cómo su aroma se entrelazaba con el aire fresco que entraba por la ventana. En ese momento, la radio sonó con su canción favorita, y para su sorpresa, Barcode comenzó a cantarla.
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Like a Tatto // Jeffbarcode
FanfictionHambriento por vivir y sediento de muerte, recuerda las manos de aquel hombre que algún día lo hizo sentir humano, manos que se marcaron en el como un tatuaje a su piel.