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Jungie <3
me siento mal

vete a la fiesta sin

Gunil no se consideraba una persona impulsiva en ningún aspecto, sino más bien todo lo contrario. Por eso, que apenas leyera esos mensajes lo hicieran sacarse su disfraz tan rápido como pudo y salir en menos de cinco minutos a la farmacia para comprar pañuelos mentolados, jarabe para la tos e ibuprofeno, solo podía explicarse con dos palabras: Kim Jungsu.

Para cuando Gunil llamó a la casa de los Kim, bolsa de compra en mano, la noche ya empezaba a cernirse en tonos púrpuras y naranjas, contrastando y dándole vida a las decoraciones que llenaban cada rincón de cada pórtico del vecindario, anunciando el inicio de la parte más esperada por los niños en Halloween: el dulce o truco.

La señora Kim no tardó en abrirle, una sonrisa escalando por sus labios pintados con brillantina.

—¡Gunil, cariño, feliz Halloween!— exclamó la risueña mujer haciéndose a un lado para dejarlo pasar y darle un corto abrazo—. Supongo que vienes a ver a Jungsu.

Gunil asintió—. Se supone que iríamos a una fiesta pero me avisó que no se sentía muy bien. No me dijo que tenía, así que vine preparado— dijo con una sonrisa avergonzada alzando la bolsa de la farmacia.

La señora Kim soltó una risita—. Es solo una migraña por suerte, pero está encerrado en su habitación con las luces apagadas.

En ese momento pequeños pasos sonaron por las escaleras, y apenas unos segundos después la hermanita menor de Jungsu, Jinju, apareció vestida de abeja y con una sonrisa de oreja a oreja, saludando a Gunil efusivamente y colgándose del brazo de su madre para que ambas fueran a pedir dulces con el resto de los niños del vecindario.

—Gunil, cielo, ¿te quedarías un rato con Jungsu?— preguntó la mujer pasados unos minutos, algo agotada ante la aparente energía inacabable de su hija—. Será solo en lo que llevo a Jinju a dar la vuelta con sus amigos, Jungyoon llegará tarde hoy y no lo quiero dejar sin supervisión.

—Sin problemas, señora Kim, no se preocupe— dijo Gunil sin pensarlo. Después de todo, conocía aquella casa y a la familia de Jungsu desde que tenía cuatro años, sabía dónde estaba cada habitación y objeto en caso de que necesitara algo.

Finalmente la señora Kim cedió a las súplicas de su hija y con unas últimas recomendaciones se fue, dejando a ambos chicos solos, aunque en diferentes lugares. Así, y con tanta naturalidad que solo trece años de experiencia podían concederle, se dirigió a la cocina y empezó a preparar té, abriendo gavetas para sacar dos tazas y colocando la tetera eléctrica con agua a calentar. En lo que empezaba a hervir, se dirigió a la sala y puso el canal de niños a un volumen lo suficientemente bajo como para ser apenas un ruido de fondo donde, como supuso, estaba pasando un maratón de Scooby Doo.

Sin embargo, ni siquiera alcanzó a dejar el control de la televisión sobre la mesita ratona cuando un nuevo set de pasos resonó por el piso superior e hizo un descenso por las escaleras. Ahí, vestido en pijamas y los ojos entrecerrados por el sueño y malestar, estaba Jungsu.

—¿Qué haces aquí?— inquirió este en cuanto vio a Gunil, su rostro denotando sorpresa y confusión a partes iguales—. ¿Y mi mamá?

Gunil se rascó la nuca en un gesto avergonzado—. Se acaba de ir con Jinju a pedir dulces, me pidió que me quedara a cuidarte.

Jungsu resopló, antes de hacer una mueca ante el ramalazo de dolor que le causó la acción—. Ni que fuera un niño.

—Tienes dieciséis.

—Y tú diecisiete, ¿cuál es tu punto?— gruñó el menor llevándose una mano a la sien—. Te dije que te fueras a la fiesta, ¿acaso mi mamá te llamó para que hicieras de niñera?

spooky boy 「gunsu」 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora