Las aventuras de Binghe, el demonio infante

V

Su Xiyan vio a Binghe acercarse y se escondió detrás del almacén. Lo habia encontrado sacando cuentas en su cuaderno de "Word of Honor" y sabía que iba a pedirle algo pero no sabía qué.

—¡Mamá, ya me voy con Zhuzhi! ¡Hoy liberan a mi amigo MoBei! ¡Le voy a llevar el congge que preparaste!

El congge que había dejado sobre la mesa con un talismán de temperatura pegado sobre la fuente, Binghe lo tomó con cuidado y disparó a través de la ventana haciendo que una de las láminas de vidrio cayera sobre las plantas de Tianlang.

—¡Hijo, ese congge es para tu padre que está herido! ¡Binghe! ¡Bingheee!

Tianlang golpeó la pared con su bastón, convaleciente en su cama con los brazos enyesados desde la caída de la montaña, tratando de llamar a Xiyan sin éxito. Binghe había aprovechado que dormía para vendarle la boca y había insertado dos bastoncillos de algodón en sus fosas nasales. Cuando Xiyan entró a verlo con la tetera para servirle té, pegó un alarido y volcó un poco del líquido en su pierna sin querer.

Cuando Xiyan lo liberó, él solo atinó a reirse de la ocurrencia de Binghe pero luego se puso a llorar cuando su esposa le quitó las vendas de las piernas y el entablillado para tratar la quemadura.

.......

—Zhuzhi, toma el congge y dile a MoBei que es un regalo de parte tuya...

—¿Para qué? —Zhuzhi retrocedió, avergonzado —Yo no quiero que piense que me importa.

—A nadie le importa ese hijo de albino pero es nuestro amigo, además le puse laxante al congge —Binghe sacó un frasco de su manga y se lo enseñó. La etiqueta estaba gastada y se notaba el frasco bastante vacío. Evidentemente lo había usado muchas veces, Zhuzhi respiró hondo. Ya nada le sorprendía de él.

—Está bien pero cuando esté descompuesto no seré yo quien vaya a buscar al médico.

Binghe asintió sin rastro de culpa, él tampoco iría. Quería mucho a MoBei junior pero quería más ver su cara cuando no pudiera dejar de defecar frío. Sería muy gracioso.

Siguieron andando contándose chistes con Binghe aconsejandole todo el tiempo a Zhuzhi que se peinara de lado cuando sorprendieron a un humano meditando sobre una piedra a mitad de camino.

—Espera, cambio de planes. Vamos a lanzarle el congge a ese humano porque no me agrada.

Zhuzhi pensó que era mala idea, aunque sabía que Binghe no iba a escucharlo, igual lo intentó.

—¿Qué dice siempre la tía?, la comida no se tira.

—Pero el humano tiene cara de tener hambre, míralo —Zhuzhi miró. Oh, sus ojos resplandecieron. El humano era alto, fornido pero de rostro suave y sereno —Ademas ¿quién se cree para pararse así, nosotros nos paramos así ¡Oiga, señor! ¡Tome esto!

El humano lo miró pero miró más a Zhuzhi por eso no se dio cuenta del fuentenazo de congge que viajó directo a su cara. Binghe se rió y pidió a Zhuzhi que lo felicitara por su buena puntería.

........

Binghe entró corriendo como una tromba, se escondió bajo la mesa pero salió rápido pisando la pierna enyesada de su padre que terminó en el suelo con los brazos y las piernas levantados hacia arriba.

—¡Mamá, estoy en problemas! No te quería decir nada porque me porto bien pero los humanos me declararon la guerra, no sé por qué, yo no les hice nada.

Su Xiyan se levantó para ver si su esposo necesitaba ayuda.

—A ver, espera, Binghe, tu papá trata de decirme algo ¿qué quieres, Tianlang?

—Tengo... hambre...

........

Su Xiyan regresó de la cocina con Binghe después de mirar por la ventana. Malas noticias, muy malas, comenzó a gritarle a su esposo mientras buscaba sus ahorros detrás del cuadro familiar en la sala.

—¡Tianlang, necesito que te levantes y vayas a hablar con Liu Qingge, el líder del Pico Bai Zhan! ¡Vino porque dice que Binghe le arrojó congge y quiere retarte a un duelo! ¡Yo no puedo ir porque nadie sabe que me escapé contigo!

—Aaaay...

—Pero rápido, Tianlang, ya te has caído por la montaña antes, no finjas que te duermes.

Binghe se acercó a Tianlang para ver si seguía respirando. Para eso presionó fuerte su nariz hasta que el demonio se removió sin aire pegando patadas a la mesa. Su Xiyan se acercó a ver qué pasaba y echó a Binghe a un lado mordiendose las uñas.

—Mamá, ¿papá se murió? ¿podemos comprar otro?

—Binghe, sal afuera y dile a Liu Qingge que vuelva otro día porque tu papá no está.

—Pero eso es mentira, mamá, Diosito Dianxia se va a molestar.

—¡Binghe, ahora!

.........

Binghe salió afuera lamiendo una paleta de fruta. Ya se había olvidado a qué iba cuando vio a Liu Qingge de pie con el ceño fruncido, esperando que Tianlang saliera a enfrentarlo. Seguramente estaba pensando que Tianlang Jun, el gran demonio celestial Jefe de la Alianza Demoníaca China era un cobarde ¡Ya verá!

—Señor Luis Qingo, mi papá dice que usted es un debilucho estúpido y que es una pérdida de tiempo pelear con usted, se fue a dormir diciendo que Bai Zhan es un pueblo de campesinos débiles. Está ahí en el primer cuarto a la izquierda.

.........

—¡Zhuzhi, mi papá fue llevado al hospital!

—Lo sé, yo lo llevé.

Binghe estaba frustrado, se había perdido la fiesta por lanzarle piedras a unos patos llorosos de veneno azul.

—Zhuzhi, no puedes dejar que mi padre te trate como un criado, tenemos que demandarlo —intentó llevarselo para ir a buscar un abogado pero Zhuzhi se soltó con destreza.

—Binghe, estoy ocupado.

Lo estaba pero era muy bueno y su oponente estaba satisfecho por eso haciendo que Zhuzhi saltara, esquivara y atacara sin piedad.

—¿Por qué estás peleando con el señor Luis Qingo? ¿él te tiró congge? Ya va a ver —miró al cultivador de arriba a abajo y escupió sobre Cheng Luan —¡oiga, tonto! ¡Yo soy Su Binghe Jun, hijo de Tianlang Jun (creo) y de Su XiYan, la ex del viejo de Huan Hua! ¡Ven aquí, te voy a dar una cucharada de tu propia medicina! ¡iiiiiiaaaaa!

Zhuzhi gritó que no pero Liu Qingge tuvo que golpear porque Binghe tenía un cuchillo tumbero y era muy diestro para usarlo.

.......

—¡Mamá, Luis Qingo me golpeó!

—¡¿Qué?!

Su Xiyan se levantó de su silla de descanso y salió volando por la ventana arrasando con la otra lamina de vidrio. Nadie tocaba a su hijo, ni siquiera ella. Binghe asintió orgulloso y aprovechó que no estaba para volcar la mesa de la cocina haciendo rodar todas las frutas por el suelo.

—¡Eso, mamá, dale más fuerte para que aprenda a no meterse con las familias interraciales! ¡Pegale con su propia espada!