Get used to this || GaviPedri

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No es justo. Pedri piensa que no es justo. No es justo cómo Gavi llega a ser tan impulsivo y nadie pestañea. Es normal e incluso esperado de él, pero sí es Pedri, bueno, es otra historia. Normalmente, Pedri era muy bueno manejando sus sentimientos. Nunca ha habido un momento en el campo en el que haya perdido la calma, y tiene la intención de mantenerlo así. Tampoco explota en el vestuario; espera hasta llegar a casa y hace todo lo que puede para calmarse. ¿pero eso? Eso es diferente. Es diferente para Pedri porque esos son celos. Está celoso de la facilidad con la que sus compañeros de equipo tocan a Gavi, y no hay nada que pueda hacer al respecto porque Gavi no es suyo.

Los dos han sido amigos desde hace un tiempo, e instantáneamente hicieron clic en el campo. Pedri adoraba al chico más joven; sabía que Gavi era capaz de grandes cosas incluso a una edad tan temprana. Sin embargo, se cansa fácilmente, lo que causa muchos problemas durante los partidos. Ese día no fue diferente. El equipo acababa de cerrar un partido contra el Real Betis, ganando 4—0. El vestuario estaba lleno de celebraciones y risas. Lo que Pedri no puede entender es porqué sus compañeros tienen que estar alrededor de Gavi como si fuera su trofeo. Había manos por todas partes en su cuerpo: los muslos, la cara, la espalda y esa cintura diminuta que vuelve loco a Pedri. Lo colocan en el regazo y lo abrazan todos, y Gavi disfruta cada minuto. No es ningún secreto que a Gavi le gusta que lo mimen y lo elogien.
No pasaba nada entre los dos para que Pedri se sintiera así; él solo se siente así. Debería ser él quien toque a Gavi, lo tenga en su regazo y lo haga sonrojar por todos los elogios que le lanzan. No quiere parecer engreído, pero Pedri sabe que Gavi ama su atención más que la de cualquier otra persona. Siempre puede ver a Gavi mirándolo fijamente, buscando algún tipo de validación o elogio, y Pedri se lo da rápidamente. Esta vez, Pedri se queda callado. Se da una ducha rápida y se cambia sin decirle una palabra a Gavi. El niño más pequeño notó el cambio de actitud pero no sabía cómo mencionarlo, así que no lo hace. En cambio, se disculpa con sus compañeros de equipo, quienes todavía lo están mimando y se da una ducha. Se siente sucio; El sudor y las manchas de hierba cubren su uniforme, y Gavi tiene una fuerte necesidad de quitarse esa ropa de inmediato.

Durante todo el tiempo que Gavi estuvo duchándose y cambiándose de ropa, Pedri estuvo en su mente. ¿Qué hizo para que Pedri lo ignorara? No recibió una tarjeta amarilla en todo el partido, lo que pensó que haría feliz a Pedri. Después de vestirse, volvió a salir a la sala principal, donde estaban todos sus compañeros. La emoción se había calmado y todos estaban sentados y esperando ducharse o irse a casa. Gavi se preguntó si Pedri lo había dejado o no y estaba ansioso por ver si tendría que pedir un Uber a casa.
Afortunadamente, vio a Pedri recargado en la puerta con su teléfono, esperándolo. Se despidió de la gente del vestuario y se dirigió a Pedri con una sonrisa.

—¿Listo?.— Preguntó. Todo lo que obtuvo fue un asentimiento de él mientras salía del edificio.

La sonrisa en el rostro de Gavi se desvaneció; él no entendía lo que estaba pasando. El camino hacia el auto del mayor fue silencioso y Gavi no tenía intención de hablar en ese momento. Gavi se preguntó cómo iba a sobrevivir la noche ya que los dos habían hecho planes antes del partido, para que Gavi se quedara a dormir en el apartamento de Pedri. Cuando los dos finalmente estuvieron en el auto y sentados, Gavi habló.

—¿Todavía voy a pasar la noche?.— Preguntó en un tono bajo, asustado de lo que vendría a continuación.

Pedri dejó escapar un pequeño murmullo de aprobación y comenzó a conducir. Gavi se abstuvo de decirle algo al otro durante todo el viaje en automóvil, pero Pedri pudo sentir su mirada. El agarre que tenía en su volante era fuerte, y sabía que Gavi probablemente ya lo había notado. Cuando los dos llegaron al departamento de Pedri, Gavi estaba harto.