El simple hecho de pensar que podía estar con ella me estremecía el alma, porque sabía que ella era prohibida, no por mi, ni por nadie. Era prohibida porque ella no era de nadie más que de ella misma, y jamás podría ocupar un espacio en lo más profundo de su alma, eso era querer apuntar demasiado lejos.
Pero ese día, cuando porfin subí a mi auto y manejamos hacia ese lugar que podía cambiarme la vida, joder, era otra experiencia.
Entramos por la puerta privada luego de que pagara y camine por el cuarto de hotel, asustada de lo que estaba viendo, era mi primera vez en ese lugar pero no me sentía asustada, el hecho de estar ahí me hacía sentirme una niña grande, una mujer que iba en contra de las leyes de una madre que le pedía no cometiera los mismos errores que ella, pero su madre no sabía que ella quería esto, que se sentía tan agusto en ese lugar que si pasaba las barreras igual no iba a arrepentirse, porque si quería escuchar al oído que le dijeran por fin que pertenecía a alguien
Que le pertenecía a ella.
Camine por el cuarto de hotel observando atenta a todo, recordando cada pequeño detalle de este lugar, y luego la vi a ella y me pregunté ¿por qué me sentía así a su lado? Me pregunté porque sentirme con ella así cuando habían miles más, muchos dispuestos a darme el tiempo que ella no podía o no quería darme.
Voltee a verla, sentada en la cama encendiendo el quinto cigarrillo de la noche
—Eso es tener ganas de ganarse un cancér
De reojo me vio, soltando el humo de sus labios
—Sí—respondió, con una sonrisa en sus labios
Aún me sentía insegura a su lado, no sabía qué hacer o decir, se suponía que habíamos venido aquí con un objetivo y yo me moría de ganas por hacerlo pero no había descubierto cómo iniciar
¿La beso? ¿Me quito la ropa? ¿Simplemente dejo que ella me diga qué hacer?
Creo que notó mis dudas cuando dejó el cigarrillo en su cenicero, se levantó y tomó mi mano, caminó conmigo hacia la cama y me dejó caer sobre ella, se recostó un poco sobre mí con mi cara entre sus brazos, ahí, fue cuando sentí sus pechos sobre mi cara y no pude evitar sentir como mi cuerpo se calentaba, de inmediato lo notó porque soltó una risita
—¿quieres?
Entendí la indirecta más rápido de lo que me gusta admitir y asentí rápidamente. Se levantó y se despojó de la camiseta y el top deportivo que llevaba puesto, dejándome ver lo que por mucho tiempo simplemente había sido objeto de mis sueños
Su busto está grande, sus pezones se veían erectos y no pude pensar en algo más tonto o romántico como que eran preciosas, me senté para que mi cara quedara a la altura de ellas, y viéndola a los ojos pasé mi lengua por sus pezones, lamiendo y dando pequeños mordiscos en una y con mi mano apretando la otra, su piel estaba suave y su respiración me dio la confianza de seguir haciendo por un rato, hasta que ella se alejó, me empujó a la cama haciendo que cayera de espalda.
Me incliné sobre mis codos viéndola levantar mi vestido dejando que viera el pequeño hilo que llevaba puesto
Rojo, tal como le gusta.
—Preciosa—susurró
—Y tuya—Sus ojos se dirigieron a los míos y de nuevo ahí estaba ese brillo malicioso en sus ojos
Me quito las bragas y se inclinó abriendo mis piernas, dejándole total visión de mi
Con sus dejos exploró fijándose en lo mojada que estaba, y eleve las caderas en vista de que quería más, sus ojos de nuevos se dirigieron a los míos y con ese brillo especial, y sin dejar de verme, pasó su lengua por mi sexo.
No pude evitar gemir, sintiendo su lengua moverse sobre mi sexo, mis caderas se movían más hasta que tomé su cabello y empuje más para sentirla, insertó sus dedos en mí y el grito fue inevitable, demasiado voltaje.
—Más, más, por favor—gemí
—Pídeme lo que quieras
El sentir el poder en tan pocas palabras me trajo miles ideas pero entonces recurrí a la que más imaginaba cuando me acostaba por las noches
—Quiero sentarme en tu cara
Ella se levantó del suelo, se subió a la cama y me como de la mano para acomodarme en su cara, coloque mis manos en la pared frente a mí y acerqué mi sexo a su cara, la sensación de tener el poder de moverme con libertad es inexplicable, movía las caderas a mi antojo y sentía su lengua moverse y sus dedos empujar en compás de mis movimientos, mis gemidos eran fuertes y mis movimientos cada vez más rápidos, pero no iba a acortar el momento corriéndome tan pronto.
Levanté las caderas, di una vuelta y con mis manos bajé sus pantalones junto a su ropa interior, ella entendió pronto lo que quería y me ayudó desvestirla, cuando la vi completamente desnuda, volví a colocarme sobre ella, con mis manos bajé cara en su sexo, jamás creí sentir tantas ganas de pasar mi lengua sobre su sexo hasta que lo hice.
Sus jugos eran dulces, y su piel era suave, con mis manos abrí sus pliegues y seguí saboreando mientras sus caderas se elevaban y su lengua lamía mi sexo.
Y así en un vaivén de gemidos, lamí su sexo y con mis dedos exploré su perla, hasta que por fin tome valor de penetrarla con mis dedos, era genuinamente excitante para mí sentir como sus paredes se contraían y me llenaba el pecho de orgullo saber que yo estaba provocando eso en ella
Sabía que ella era silenciosa, pero esta vez escuchabas sus gemidos bajos y como pegaba más sus labios a mi sexo evitando hacer ruido, sin notar que mientras más escondía sus gemidos, podía sentir como vibraba su voz en mis pliegues
Volví a mi tarea, lamiendo y penetrando hasta que sentí como salía el líquido por sus pliegues y se retorcía debajo de mi
Entonces me concentré en mi propio placer, puse mis manos sobre sus muslos y moví mis caderas sobre su boca mientras ella apretaba mis nalgas, y daba pequeñas nalgadas que me provocaban moverme más.
Mis movimientos cada vez eran más rápidos, y mi lengua abarcaba por completo mi sexo hasta que no pude más
—vente para mi...
Tres palabras que jamás creí que podrían ser tan excitante porque entonces me bajó de mi placido lugar, me acomodó en la cama y se puso justo a mi lado, su mando bajó a mi clitoris y sus dedos jugando con mi clitoris provocando que abriera las piernas como nunca creí lograrlo
—te gusta eso?—pregunté—verme así, abierta para ti?
Su sonrisa de nuevo salió a relucir
—Me encanta
La tomé del cuello y la acerqué a mi boca para besarle mientras sus dedos seguían moviéndose
Entonces, las cosquillas en mi vientre se hicieron cada vez más fuertes, mis términaciones nerviosas enviaban señales a mi cuerpo de que casi era tiempo mientras yo luchaba por aplazar el placer que sentía
—Me vengo... me vengo
Fue lo único que pude decir antes de sentir como mi placer explotaba y ella insertaba de nuevo sus dedos dentro de mi
Mi pecho sentía la falta de oxígeno pero el placer era inexplicable, de nuevo pasó sus dedos por mi clitoris, pero me sentía demasiado sensible para permitirlo así que cerré fuerte mis piernas y la tomé para que se acostara, me coloque sobre su pecho y empecé a recuperar la compostura mientras ella pasaba sus dedos sobre mi espalda...
—¿qué fue eso?
—Hacer el amor.
Que palabras tan fuertes y románticas, para un encuentro tan carnal, que resultó siendo lo mejor que pudo pasarme nunca.