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Atenea Wolff

-George, -llamé a mi amigo.- yo creo que me voy a quedar por aquí. -miré en dirección a los dos desconocidos.

Mi mejor amigo me miraba con el ceño fruncido, pero no preguntó nada. 

-Bien. -me dió un abrazo.- No vemos por el garaje. -dijo para marcharse junto al equipo Mercedes.

Me centré de nuevo en los dos chicos, que por cierto, ya no estaban peleando, ahora se estaban despidiendo el uno del otro, ya que el piloto de Ferrari parecía marcharse. Y en cuanto lo hizo, decidí acercarme al piloto de naranja.

Cuando llegué a su lado y me senté junto a él, este posó sus ojos azulados en los míos.

-Hola. -me saludó sonriente en cuanto me reconoció.

Yo miré su camiseta llena de salsa, y él al ver a donde iba mi mirada, se tapó con verguenza la mancha, pero yo le aparté las manos.

-¿Es salsa, no? -pregunté tomando el borde de su camiseta, rozando su piel por primera vez.

Él suspiró, y luego asintió.

-Entonces no se irá sólo con agua. -me levanté y noté como me miraba con el ceño fruncido.- Vamos, ven.

-¿A dónde? -preguntó.

-Pues a quitarte eso, -contesté obvia.- aunque si prefieres puedes quedarte con la mancha adornando tu camiseta y ya te las apañarás tú solito con tu jefe. -levanté la ceja.

-¿Sabes?, creo que me gusta más la idea de ir juntos. -dijo imitándome y levantándose para seguirme.

-Lo suponía.

[...]

Después de estar un rato caminando sin encontrar ningún lado al que llevar la camiseta, decidí llevarle al motorhome de Mercedes.

-Si lo que estás buscando es una lavadora, dudo que la haya en el paddock. No es algo que se suela necesitar. -dijo sarcástico.

-No soy yo la que se ha manchado de salsa.

Cuando estábamos llegando a la sala de lavandería, que por cierto sí había, nos topamos con un corpulento cuerpo. Levanté la mirada y me encontré con mi padre, quien miraba fijamente al piloto que estaba a mi lado.

-¡Papá!.. ¡Qué sorpresa! -intenté disimular mis nervios, ya que si por miradas fuera, el piloto a mi lado estaría a ochenta metros bajo tierra.

Pero para mi sorpresa, Toto con cara de estar hasta las narices de mí, suspiró y desapareció de nuestro campo de visión.

-Wow... -empezó a hablar el ingés.- Estaba denso el ambiente. -rió.

-Lo sé, es un poco pesado a veces. -suspiré- No me deja acercarme a los pilotos. -cuando llegamos a la sala con las lavadoras, volví a hablar, sin rodeos.- Por cierto, quítate la camiseta, la tengo que lavar.

El jóven piloto, algo avergonzado por la poca timidez con la que hablé, se la quitó. Dejando completamente a la vista sus abdominales. Luego, me dió la camiseta.

-¿Y entonces por qué no te dice nada cuando estás con George? -preguntó. 

-Porque con George es distinto. -Lando levantó la ceja.- No, no. No estamos saliendo ni nada de eso, simplemente le conozco desde siempre a él tanto a Lewis, a si que mi padre confía en ellos

-Tiene sentido.

-Ya.

De repente un silencio incómodo se hizo presente en la sala, Lando aún seguía sin la camiseta. Justo cuando el ambiente incomodo estaba por empeorar, justo sonó el ruido de la lavadora.

-Ya está lista.

-Que rápido. -dijo el chico mientras cogía su empapada camiseta.

-Sobre eso; no te preocupes. Ya se secará, hace calor.

-Supongo. Gracias. -sonrió.

-No hay de qué. -le sonreí de vuelta.- Ahora, ya sabes, cada vez que quieras o necesites, llama al servicio de limpieza de Mercedes. -guiñé un ojo vacilante mientras caminabamos hasta la salida.

Pude notar las mejillas del chico encenderse. Y siendo sincera, era bastante mono. Me gustaría poder volver a verlo otra vez, pero mi padre seguro que me mataba. Tal vez me había pasado por alto esta vez, pero no creo que vuelva a hacerlo.

-Con mucho gusto volveré. -dijo bromeando una vez ya en la puerta.- Bueno, Wolff, ya nos veremos. -sonrió.

-Sí, claro. Nos vemos. -dije, para que después el piloto se marchase.

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2023 ⏰

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𝑀𝑐𝐿𝑎𝑟𝑒𝑛'𝑠 𝐺𝑖𝑟𝑙 ➪ ʟᴀɴᴅᴏ ɴᴏʀʀɪs ғᴀɴғɪᴄDonde viven las historias. Descúbrelo ahora