Montse

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-¡Corre Gina o el dragón te comerá!- le dije a mi hermana menor mientras corría disparando bellotas a la nada.
-¡Montse, tienes que ayudarme, las provisiones se me están acabando y necesito descansar.- gritó Gina, mientras se tiraba al suelo.
-no puedes descansar aquí, ¿quieres que el dragón te coma?- regañe a mi pequeña hermana mientras la ayudaba a levantar.
-no me comerá, porque se que tu me vas a salvar. Nunca dejarías que algo me pase-me dijo muy segura. Ella tiene razón, nunca permitiría que alguien la dañara.
-Pero tenemos que llegar a la casa de la reina para que nos ayude a matar al dragón, y sí tu no te levantas nunca lo lograremos-le dije a mi hermana mirándola con ojos de súplica.
Desde qué tengo uso de razón, mi hermana y yo jugamos a este juego para desahogarnos o simplemente para divertirnos. En está ocasión era la primera. Habíamos tenido un día muy duro, empezando con que Gina reprobó una materia en la escuela y yo me peleé con mi mamá.
Estábamos en mi cuarto. Viendo la película de Blanca Nieves. Gina estaba acostada en mi panza y yo le estaba acariciando el cabello. Se veía tan tierna. En ese momento me prometí a mi misma que nunca dejaría que le pasara algo, siempre la iba a proteger.
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La gente dice que después de una tormenta sale el sol. Incluso yo lo he dicho.
Cuando la vida te pone tropiezos simplemente levántate y sigue.
Bueno, no es tan fácil.
Cuando se la llevaron en la camilla, tuve miedo.
Tuve miedo después de tanto tiempo. Yo siempre fui la valiente, la que nunca se inmutaba ante las cosas difíciles que conlleva la vida.
Lo peor de todo es que no me sorprendió la idea de que mi hermana tratara de quitarse la vida, me sorprendió que vi todos los cambios, que vi como se llenaba de tristeza de que la alegría la abandonaba y yo no hice nada.
Ella pensaba que nadie se daba cuenta, que nadie se preocupaba. Pero... yo lo hacia. Era fácil darse cuenta de que estaba cambiando.
Sus porciones de comida fueron bajando hasta que siempre encontraba excusas para no tener que sentarse en la mesa y comer. O sus ojos, que antes brillaban con picardía, se convirtieron en hoyos vacíos, inexpresivos.
Sus sonrisas comenzaron a ser fingidas y la simplicidad de antes se transformó en un esfuerzo insoportable para sonreír.
Vi todo. Vi como mi hermana se convertía en una extraña, pero no me importo.
Pero ahora, sentada en mi cama, sola , me daba cuenta de que la necesitaba. Muchas veces pensé que yo era la única persona en el planeta que tenía problemas, he sido egoísta.
¿Por qué no fui yo?
Gina merece vivir. Ser feliz. Divertirse, tener novios, casarse y envejecer feliz con alguien que la ame a su lado.
Ella no podía morir, no ahora. No se lo permitía.
El llanto acudió a mi y lo recibí dichosa, quería llorar y dejar que todos mis sentimientos salieran.
Entre sollozo y sollozo me levante y me dirigí al cuarto de mi hermana. Las paredes ahora se veían vacías, el ambiente era pesado y todo se veía lúgubre. Me abrace a mi misma. Me deje caer contra una pared y resbale hasta que me encontraba sentada en el suelo.
Podría mirar a la nada durante horas y no me cansaría. Me sentía vacía.
¿Podría volverla a ver? ¿Volver a abrazarla? ¿Podría simplemente volver a escuchar su voz?

Me quede esperando la llegada de mis padres pero, simplemente no llegaron. Mamá se quedo con Gina y papá se quedo en un hotel cerca del hospital. No sabia por que. Pudo haber venido a casa, pudo haberme consolado pero decidió que estaría mejor en un hotel barato de dos estrellas.
Estaba sola y nadie tenía la intención de acompañarme.
Cerré la puerta de la recamara de Gina. Era demasiado dolorosa verla. Había hablado con mamá por teléfono. El diagnóstico era grave, ahora Gina se encontraba en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos)
Le imaginaba tirada en una cama, pálida como las paredes de hospital. Con cánulas de oxígeno en su nariz con decenas de cables y agujas perforando su cuerpo.
Me estremecía ante la imagen. No quería verla pero necesitaba hacerlo. Tal vez si la viera en carne y hueso, respirando, tal vez la esperanza llegaría.
Dicen que la esperanza es lo ultimo que muere. Yo no lo creo, desde que mi hermana se fue me he estado preparando mentalmente para lo peor. Yo se que debería de estar esperanzada, pero no puedo, no puedo después de verla en la camilla toda pálida y sin moverse.
Pensé que me había secado el día anterior. Que no volvería a llorar. Hasta que las lagrimas acudieron a mis ojos. Llore y el dolor me desgarro.
Mi vida no es para los débiles. Yo era débil y Gina era fuerte ¿por qué fue ella? ¿Por qué no fui yo? Daría mi vida por la de ella. Daría todo, pero sabia que eso no cambiaría nada. Gina estaba moribunda y yo muerta en vida. Así es como funciona el mundo.
Recordé la promesa que le hice cuando éramos chicas, la había defraudado. le prometí que nunca le pasaría algo e hice todo lo contrario. Yo la vi derrumbarse, la vi cambiando y no trate de evitarlo.
Me tire en mi cama pensando que todo era mi culpa. Si yo lo hubiera hecho algo para evitar que esto pasara, si tan solo hubiera hablado con Gina.
El hubiera no existe me dijo la voz en mi cabeza.
-¡Todo es mi culpa!- grite lo mas fuerte que puede. Quería desahogarme, así que empece a golpear todo lo que pude.
Seguí llorando hasta que me quede dormida.
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Soñé que todo esto nunca había pasado, que mi hermana seguía siendo la misma de antes, que nunca había cambiado.
Soñé que estábamos en el jardín jugando nuestro juego de siempre. hermanos felices.
Por primera vez en toda mi vida no quería despertar, sabia que si me despertaba regresaría a la cruel realidad.

Cuando decidió abandonarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora