Nivel 49

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Días difíciles para todos se avecinaron, el ambiente universitario se había sumido en un aura tensa y sombría para ellos mientras el resto de los estudiantes cumplían sus funciones de buitres carroñeros esperando el desenlace de tan jugoso cotilleo. Luzu no quiso salir en toda la semana de su habitación ni siquiera a presentar trabajos en sus materias, teniendo que ir el regente mismo a entregarle la citación que tenía en la rectoría en dónde expondrían su caso y en el cual, para colmo, tendría que defenderse alegando que el vídeo subido no fue planeado por él mismo como un tipo de publicidad.

Sí, publicidad. Puesto que el asunto no terminaba en solo exponer su vergüenza, justo al final y como cereza del pastel agregaron un cartel con su rostro y su número de teléfono promocionando "trabajos sucios" a un muy buen precio. Willy le ayudó a conseguir un nuevo móvil o de lo contrario no dejarían de llegar los insultos, amenazas, burlas y hasta interesados en contratar sus servicios. Los chicos no daban a basto retirando y rompiendo los carteles que de tanto en tanto aparecían en las paredes, publicitando aun más las burlas.

Fargan apenas y se había comunicado con ellos por más reproches que recibía por parte de Samuel y Willy, asegurando estar muy ocupado para charlar. Rubén detuvo en más de una ocasión a Samuel de golpear a Fargan, comprendiendo un poco lo que podía estar pasando por la cabeza del castaño. Y bueno, Rubén era otra historia. El primer par de días la culpa no le permitió ni siquiera hablar directamente con Luzu, recriminándose con tanta ferocidad lo ocurrido que volvía a recaer en su consumo. Unas cuantas discusiones siguieron gracias a eso, peleas a las que Samuel apenas respondía para evitar que el caos incrementara.

Consumía, discutía y justo después de desahogarse sea arrojaba en los brazos de Samuel como si no existiera más nada en el mundo a lo que pudiera sujetarse. El moreno fue paciente con sus histerias hasta que comenzaron a ser menos agresivas, en cambio comenzó a notar la subida de libido que en ocasiones el rubio comenzó a tener. Conocía los malos hábitos con los que venía de antes y esas formas no tan sanas de escapar de la realidad que tenía, y aunque para él no era molestia permitirle juguetear un rato evitó volverlo un hábito tóxico del cual luego no pudiera sacarlo.

El lunes llegó y con ello un nuevo aire, Luzu tan maduro como siempre lo fue se planteó a sí mismo si valía la pena perder todo el esfuerzo invertido en sus carrera gracias a la mala jugada de un animal sin corazón. La respuesta fue obvia una vez se la planteó: No. Pero aún si su mente parecía estar preparada para regresar su cuerpo no había dejado de temblar. Se perdió la primera y segunda clase, ya para la hora del almuerzo había llamado a Samuel para que lo obligará a salir de su habitación.

— Está bien si quieres aplazarlo para mañana, al menos lo intentaste. Me puedo quedar contigo y hacerte compañía, podemos jugar al Zelda.

La mirada tajante de Samuel se plantó sobre el artista que con pereza y mucha confianza reposaba sobre la cama de Luzu, con los brazos cruzados tras su cabeza.

— No vas a faltar a clases, tienes taller hoy — Advirtió a lo que el rubio volteó los ojos.

— Si espero a mañana temo que no saldré nunca — Luzu abanicó su rostro un par de veces con su temblorosa mano — Vamos, es ahora o nunca.

Con seguridad tomó el pomo de la puerta, Rubén saltó a levantarse al instante que la abrió. Fue necesario un pequeño empujón de Samuel para que diera el primer paso más allá del marco, todos los demás vinieron de forma mecánica. El pasillo estaba casi por completo vacío, pero solo ese par de ojos que se posaron en él hicieron que deseara regresarse en sus pasos a la seguridad de su cama. Rubén estiró su brazo por sobre los hombros de Luzu, animándolo a no detenerse ahora que había tomado el valor de enfrentar sus problemas.

OtherLife [Rubegetta] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora