Prólogo | Nueva York

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No soy buena bajo estrés, sin importar cuanto me engañe a mi misma diciendo que lo soy termino llorando hasta las tres de la madrugada, pero aprendí a lidiar con eso, digo, tenía que dejar de simplemente aplastarme en mi cama cuando no estaba lista de afrontar la realidad. 

Los brazos me dolían, la caja era demasiado más pesada de lo que pensaba y el elevador de éste viejo edificio estaba fuera de funcionamiento, hace mucho no movía las piernas tanto como ahora, romanticé mucho querer vivir en un edificio apartamental. 

De mis labios se escaparon un gruñido al momento que dejé la caja en el piso, noté como la madera estaba algo deterioridada.

— Bueno, el apartamento está apunto de caerse pero por lo menos vivo en Nueva York. 

Enderecé mi postura mientras sonreía para mi misma, veía alrededor de mi apartamento con orgullo de finalmente estár en el lugar que tanto había soñado. 

— Estaría de lujo que me ayudaras eh. 

Una voz interrumpió mis pensamientos, al darme una media vuelta solo rodeé los ojos viendo de quien se trataba, mi hermano menor drámaticamente dejaba la última caja de la mudanza en el piso.

— Literalmente subí la mayoría de las cosas, tu estabas terminandote las pringles en el auto por que no querías que te pidiese después. 

Mateo se quedó sorprendido por mis palabras, todavía no entiende que lo conozco como la palma de mi mano. Alcé los hombros y me senté en el sofá, estaba pegado a la ventana así que rápidamente subí mis piernas al mismo y volteé mi cuerpo para comodamente mirar el escenario de la ocupada ciudad, ya era de noche y las luces adornaban el paísaje. 

— Okay...que miedo que me conozcas tan bien. 

La comisura de mis labios se encorvaron ligeramente, escuché como cerró la puerta y movía las cajas de un lado a otro, por mi visión lateral lo ví sentarse en el sofá conmigo.

— ¿Entonces cuál es tu plan?

Fruncí el ceño confundida y mi atención se desvió a él.

— Digo, finalmente obtuviste el intercambio a la universidad que tanto deseabas, en el lugar que tanto deseabas...pero tú y yo sabemos que no viniste a éste lugar solamente para estudiar física en un mejor programa. 

Ni si quiera había pensado en eso, me había metido a esa carrera por tener oportunidades como ésta de irme de México, quería tanto empezar de cero en algún lugar lejos de mi país y ahora que estoy lejos de mí país, no sé por donde empezar. Claro que mi hermano adolescente se había dado cuenta antes que yo.

Suspiré divertida, negué con la cabeza mientras me levantaba.

— Tú preocupate en prepararte para tu nueva preparatoria que mañana es Lunes. 

El castaño bufó mientras dramaticamente se desparramaba en el sofá, hacer drama es lo suyo. Me dirigí a la cocina empezando a acomodar los utencilios en los cajones, no eran tantos pero mi mamá nos regalo de los suyos.

— Me mude a otro país para que nuestros padres no me den ordenes y vienes tú ahora a darme ordenes. 

Expresó refuñando, solo reí brevemente. Mateo seguía desahogandose en la importancía de ser adolescente y tener una vida libre, yo solo actuaba escucharlo tratando de no reírme ante las cosas tontas que decía. Después de unos largos minutos el sonido cesó, volteé para ver el por qué dandome cuenta que se había quedado profundamente dormido. 

— Ya decía yo que tenía mucha energía estando en un vuelo de horas. 

Murmuré, caminé hacía una de las cajas poniendome en cunclillas, tratando de hacer todo el silencio posible la abrí y de ahí saqué una manta, levantandome me dirigí y la puse arriba de él, tapando todo su cuerpo, le miré por unos segundos. 

ANOMALÍA | Miguel O'haraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora