35. Los medios se encargaron de eso

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Austin.

Varios meses tuvieron que pasar, pero las nominaciones y premiaciones ya estaban aquí.

Todo ha sido un circo mediático, pues una tras otra las nominaciones nos han ayudado, pero ni siquiera ello me ha ayudado para sobrellevar lo que paso.

—¡Por otra nominación!—Kaia levanto la copa brindando, por inercia tome la copa y brinde con ella.

—Por una nominación más—levante y tome de la copa.

Kaia seguía con su agenda que por ocasiones estaba en L.A y había algunos días en los que se tenía que ir a cumplir con sus compromisos. Y aquella noche no fue una excepción tenía que estar en Milan para la semana de la moda en donde había sido entrada con uno de los grupos de modelos para Yves Saint Laurent.

Yo:
¿Dónde estás?

De: Alex
Estoy en Sunset

Yo:
Pásame la dirección y te veo allá.

De: Alex
Ubicación en tiempo real

—Alex.

—hermano—hablé, —es bueno volver a verte.

—Lo mismo digo, es bueno saber que aun sigues dando señales de vida—se rio pasando su pulgar por el borde de su barbilla. —ahora ¿a qué debemos la visita del actor nominado a los Oscar?

Reímos un poco y nos pusimos a jugar billar, un par de rondas jugadas y otras quizás quedamos en empate nos quedamos. —Tu perdiste, ahora te toca pagar la otra ronda—habló Alex levantando sobre su cabeza el tarro en dirección a la mesera, quien llego con dos tarros más.

—Muy bien—hable dándole un trago a la cerveza, —todo o nada—mire a mi mejor amigo.

—Espero que traigas con que pagar, Butler.

Bola tras bola, choque tras choque te hacían sudar frío. Y cuando la última oportunidad de Alex llegó brinqué de la emoción, pue el pagaría las cosas.

—Bueno, ganaste—recargo el palo en el filo de la mesa.

Una risa salió de mí, y le di una palmada en la espalda, —No, ¿enserio?—respondí.—Estás perdiendo el toque, hermano.

Pareciera que estuviera esperando algo, veía una y otra vez su reloj. Fui por otros tarros, —¿Estás tomando medicina?

—¿Por qué lo dices?

—Porque has visto tu reloj por lo menos veinte veces en las últimas dos horas, ¿Qué está pasando?

Se empezó a poner nervioso, como si le hubiera descubierto algún secreto de estado, —no, está pasando nada, ¿Por qué tendría que pasar algo?

—Aja...

Y su teléfono empezó a sonar.

—¿Bueno?, hola, amor, ¿Qué paso?

—¿qué?, ¡¿ahora?!, ¿en su departamento?, pensé que llegaría más en la noche—y su nerviosismo y el bajar la voz empezó. —Ok, nos vemos allá.

—¿ahora si me vas a decir?

—¿Qué?, ¿esto?, no es nada, una amiga de Karen llego y quiere que la conozca, eso es todo.

Pareciera que no supiera que con tantos años de amistad sabia cuando el mentía pues miraba hacia el techo o a los lados, y movía las manos buscando algo a que aferrarse.

—Si claro, y yo no sé cuándo mientes.

Suspiro, —te lo voy a decir, pero no tienes que prometer que no iras a buscarla.

—¿a buscarla?—pregunte. Y como un balde de agua fría todo se acomodó, por casi seis meses no había sabido nada de ella y ahora estaba de vuelta de Londres. —Pero...n-no entiendo, ¿Por qué ocultármela?

Alex estiro el cuello para vigilar que nadie más estuviera escuchando. —Dani lo pidió.

¿lo pidió?

—hermano, te prometo que cuando vuelva te cuento como esta, pero tengo que irme—hablo mientras pagaba la cuenta y salimos del lugar.

—¡Alex!—hable antes de que se fuera, —es mejor que ella no sepa nada de mí.

—JAJAJA, hermano, no será necesario que le contemos, pues los medios se encargaron de eso.

Una sonrisa a boca cerrada se dibujo en mi rostro y vi como el carro de mi mejor amigo desaparecía a través de los cientos de carros más en la calle.

Búscala.

—No—respondí para mis adentros, —ella no quiere saber nada de mi—caminé por sunset boulevard.

Lleve por instinto mi mano a mi bolsillo y rápidamente busque la conversación con Gabriel, quería preguntarle si sabia algo de ella, pero eso solo delataría a Alex y sabrían que el fue quien me había dicho; con una fuerza sobre humana volví a guardar el teléfono y regrese a mi casa en donde para mi sorpresa Kaia estaba por primera vez.

—Hola amor—saludo con un casto beso.

—Hola—respondí sirviéndome un vaso con whiskey. —¿Qué haces aquí?, pensé que tendrías una sesión.

—¡Aja!, pero la cancelaron—habló de espaldas a mí, al parecer estaba haciendo algo. —Así que decidí cocinarte una deliciosa cena. Aunque eso fue hasta que no me salió y terminara pidiendo comida por uber Eats, espero no te moleste.

—No, querida—le di un trago al licor, —es bueno una cena diferente.

Ella hablaba y hablaba, pero mi mente estaba ocupada intentando adivinar en donde estaría aquella pelinegra con los labios más rojos que una manzana.

Mi novio es el ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora