Heartbreaks and mistakes.

12. Cuando tu lejanía desencadeno mis lagrimas.-

Y aun cuando quemes mi corazón hasta sus cimientos, sus cenizas seguirán ardiendo por ti.

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"No es pedirte que te quedes, es que no quieras irte."

Por las noches, observo el cielo esperando el amanecer, acompañada de la esperanza de verte volver. Pero, lentamente, la desilusión me envuelve y me deslizo en el refugio del vacío, evitando que tu ausencia me afecte más de lo que ya lo hace. Encadeno mi corazón al rincón más frío de mi ser, para que congele cada pieza de él, y con ello deje de dolerme esperarte. No deseo albergar esa absurda esperanza de que vas a volver, pues sé que esa sensación de añoranza y continua decepción solo afinca las grietas de mi corazón. Esta dudosa espera amenaza la seguridad de esa emoción latente en mi pecho. No quiero que duelas más.

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Segundos, minutos y horas.

El tiempo es algo que no tiene dueño, algo que no se puede controlar ni detener. Tienes la dicha de mi espera, mi muestra más grande de afecto: una espera sin contacto, donde en las noches lo único que tienes de mí es mi recuerdo. Mientras sanas tu corazón para que puedas entregarme lo mejor de ti, mi corazón anhela que el tuyo decida qué camino tomar. Sin embargo, también debes ser consciente de que el tiempo corre en tu contra. Esto no será para siempre, por lo que debes ser fiel a lo que prometes, porque una vez que me decida a continuar sin ti, no habrá retorno. Será demasiado tarde para ti.

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¿Recuerdas la primera mirada?

¿Recuerdas la primera vez que me viste? Dices que lo hiciste primero, y yo lo sé. Ese pequeño instante en el que te vi no pensé que llegarías a ser tan importante para mí, alguien que dejaría una huella irreversible en mi corazón. Creo que aún no comprendes la magnitud del sentimiento. No sabes la intensidad de esto ni lo que me duele tu ausencia. No sabes cuánto miro las estrellas recordando lo que dijiste, cada promesa que hiciste. No sabes lo mucho que me lastima la espera, ni lo que me hace cuestionarme si acaso es mejor dejarte ir. Pese a todo, mi corazón se niega a soltarte, se siente incapaz porque en el fondo anhela tu regreso, o que al menos te despidas para siempre. Querido amor mío, aguardo por tu respuesta.

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Insomnio.

Hoy el insomnio me consume, pero sé que no será para siempre. Llegará el día en que, al cerrar mis ojos entre esa bruma oscura, ya no leeré tu nombre. Ya no recordaré tu rostro. Entre mis sueños, tus labios ya no pronunciarán mi nombre, y ya no habrá noches en vela preguntándole a las estrellas por qué tu lejanía me consume en mi espera. Con el tiempo, el dolor no perforará mi corazón cubierto de hiedras, y cuando me concentre en mis memorias, tú ya no estarás en ellas. Te habré olvidado y arrancado de mi alma para ser perdonada y jamás recordada.

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Parece que el dolor no se evapora, solo se afinca en mi corazón.

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Cuando estoy junto a ti.

El amor es crecimiento. Desde que empezamos esto, cariño, no pensaba que sería capaz de amar a alguien, cuando no había recibido suficiente amor como para saber darlo. Pero en ese preciso instante, en cuanto te miré, todo cobró sentido. Algo en mí cambió. Los días se volvieron más felices, las noches dejaron de ser tan solitarias y el tiempo transcurrió con una velocidad inusual. ¿O acaso solo era mi perspectiva? Con el paso de los días comencé a comprender muchas cosas. Una de ellas era que anhelaba ser mejor, por ti, por mí, por los dos, por todo aquello que deseaba ofrecerte. Mi corazón deteriorado no estaba en condiciones de dar, porque sabía que merecías eso y mucho más.

No era un secreto que en muchos aspectos fallaba, casi tanto como en los que era buena. Temí que si conocías lo malo, te irías. Temí que mi oscuridad terminara arrastrándote, por eso traté de mejorar un poco más cada día hasta que me vi envuelta en un pensamiento: comparo las inseguridades con pequeños diablillos susurrándote al oído, monstruos como los que tememos ver debajo de la cama cuando somos niños, esos monstruos que te consumen desde adentro, desde tu mente y corazón. En mí creció la estúpida idea de creer que en cualquier punto te aburrirías y me dejarías atrás, porque no serías la primera persona en hacerlo. Pero existe esta enorme bifurcación. No me has demostrado eso. Por el contrario, me has enseñado que el amor es algo que se construye de a poco. Son dos personas imperfectas ayudándose a mejorar mutuamente. Es un proceso de cambio y crecimiento personal, donde no todos los días son felices, donde por más que estemos enojados no podemos ir a la cama molestos, donde los pequeños detalles sí importan y el esfuerzo tiene su recompensa.

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I hate it.

No me cabe duda del amor que sientes, de ello nunca dudaré. No hay duda de que no me mientes o que tu corazón me es leal. ¿Qué hay de lo que siento yo? ¿Qué hago con este sentimiento que no me arranco del pecho? ¿Cómo mirarte a los ojos y no reflejarte lo que me carcome? ¿Cómo expresarte que temo que no sepas cómo luchar por mí y te des por vencido?

Do you really want that?

Lentamente dejas que tus demonios te consuman. ¿Lo evitarías si te confesara que esa oscuridad me está arrastrando? No puedes huir de la tristeza cuando está dentro de tus venas.

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Su mirar.

Sus ojos me miraron fijamente, robándome la concentración. A su lado, la oscuridad no parecía tan profunda, el frío no helaba hasta los huesos y la luz se veía mucho más clara. No iba a romantizar nuestro vínculo aludiendo que poseía la imagen completa de la perfección, porque la conexión era mucho más profunda y real que eso. No siempre existiría la felicidad absoluta, y aunque sabía perfectamente que el precio a pagar sería mi corazón, estaba dispuesta a entregárselo. Aun existiendo la remota posibilidad de que él no pudiera lidiar con ello.

No podía hacer mucho al respecto. Había perdido la cordura en el instante en el que las curvas de sus labios se alzaron pronunciando mi nombre. Bajé mis defensas cuando sus brazos cubrieron mi cuerpo del martirio de la vida. Ahí, en ese instante, perdí. Al caer en el abismo color chocolate que habitaba en su mirar, me hundí en el mar de misterios que profesaban en silencio la tristeza de sus ojos. Quise curar sus heridas cubriéndolo de besos cada vez que estas ardían. Anhelé terminar con los tormentos que perturbaban su mente y hacían estragos en su corazón y alma.

Quise darlo todo, aunque tal vez me quedaría sin nada. No deseaba que mis esfuerzos fueran nulos, ansiaba que estos fueran amados como realmente merecían. Aunque en el fondo sabía que mis propios demonios tarde o temprano me consumirían, aguardaba con la persistente esperanza de que los amaras como yo merecía, que supieras mantenerlos en paz cuando el caos se desatara en mis pensamientos e intentara someterme el alma, cubriéndome de orgullo. No era perfecta. Poseía una clase de oscuridad que mantenía a raya, un lado mío que siempre me había costado amar. Mi mente viajaba más rápido que la de cualquiera y era un arma letal. Sobrepensar era mi ruina, pero esperaba que tú fueras mi única paz.