"Secretos que he guardado en mi corazón"
"Son más difíciles de ocultar de lo que pensaba"
"Quizás solo quiero ser tuyo"
Solo el Asistente le demostraba cuánto amaba a Verónica pero aún así las palabras no eran suficientes
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Mientras el sol se iba ocultando una impaciente Veronica iba esperando sentía que habían pasado horas, pero cuando revisó su celular solo habían pasado unos cinco minutos.
Había masticado tantas veces su goma de mascar que hasta le había sacaba todo el jugo.
Y él no llegaba y su paciencia poco a poco se terminaba.
Se preguntaran porque la pelimorada con mechas rosadas y celestes, estaba en el parque de la ciudad en una parte solitaria donde solo las parejas solían ir para estar a solas.
Para empezar ella solo se atrevió a ir allí, para encontrarse con su novio.
Si era honesta él algunas veces solía ser raro, pero de cierta forma le encantaba eso si ella lo podría definir sería como un regalo envuelto por infinitos papeles en las que puedes visualizar, regalos o diferentes papeles, te puede sorprender siempre y puedes quedar cautivado.
Y también otra cosa que le encantaba era lo recurrente que llegaba a ser con sus chistes, su astucia y también lo muy cortés que era con ella.
De cierta forma le sacaba una risa de vez en cuando.
Bueno eso era lo que pensaba, por qué ahora estaba decepcionada y molesta ,ganas no le faltaban de querer golpearlo, gritarle o hasta torturarlo.
De jamás querer volverse a mostrar vulnerable ante nadie más.
Y ahora los comentarios de su hermana también llegaban a su cabeza, odiaba darle la razón a Naomi pero parece que ella la tenía.
Y cuando estaba apunto de pararse de aquella banca, de repente sus vistas habían sido cubiertas por unas manos algo gruesas.
Iba a alterarse pero se calmó así misma recordando que era el joven rubio.
- Adivina quién soy? -hablo con una voz juguetona.
- Déjate de juegos de niños es obvio que ya se que eres tu -Suspiro con pesadez.- ahora...QUITA TUS MALDITAS MANOS de mi cara, arruinas mi maquillaje.
- Oh lo siento, ciruelita -El contrario quitó sus manos de sus bellos ojos celestes.
Cómo vanidosa que a veces llegaba a ser junto con lo maquiavélica que puede llegar a ser, saco un pequeño espejo de su bolso de mano, para revisar su maquillaje que al verse en él por suerte estaba intacto.
- Tienes suerte, por qué si había algo fuera de su lugar ibas a pagarlo muy caro -El rubio no pudo evitar sentir algo de temor y eso hizo que tragara saliva, pero de cierta forma sabía que ella no lo decía enserio.- cierto, ya te dije que no me llames así -.
