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Robert había puesto todo empeño en hacer y formar amistad con Marco. No sabía porque su impulso era el que ganaba constantemente en esa pelea contra sus deseos principales.

Quizá siempre llevaría en su corazón el propósito de salir corriendo cuando las cosas comenzaban a tornarse difíciles. En el fútbol todo era negocio y lo sabía, el tener que escalar continuamente era una idea que se le había asentado.

Pero el verlo, el haber conocido una parte de él y quedarse con ganas de más, le hacía actuar en contra de sus propios principios. No sabía si estaba engañándose constantemente al sentir que Marco se quedaría en el limbo. Porque para Robert en ese mes, Marco se había convertido en su núcleo principal de sentimientos. Sentimientos que encontraba sin tener explicaciones.

Aprovechaba cada entrenamiento para tocarlo, por ejemplo. Su brazo se apoderaba de él y jugueteaba al perseguirlo. Y no lo entendía. Marco se mostraba reacio y a veces correspondía con timidez esos contactos. Y estaba bien, porque si él correspondía entonces el no aguantaría y tocaría su rostro como si fuese una obra de arte en mármol que el estaba admirando y necesitaba ver si era real.

Los ojos de Marco eran azules con miel. Y Robert se quedaba boquiabierto cada que tenía oportunidad de verlos. Jamás había conocido a alguien con ese tono de ojos y quería verlos de cerca, admirarle. Y se avergonzaba un poco de estar haciendo cosas para poder acercarse.

Robert quiso deshacerse de esos pensamientos. Resumiéndolos a que quizá eran por la soledad de estar en un país nuevo, sin gente a tu alrededor o que quizá se estaba confundiendo al ser Marco la primer persona que le ofrecía una mano.

Intentó saliendo con mujeres a escondidas y luego dejó de llamarles. Intento incluso obligarse a verles varias veces y no funcionó. Terminó desistiendo porque era lo mismo si al final no sentía absolutamente nada.

Todo avanzaba en ellos tan rápido que parecía una hoja sucumbiendo al fuego.

Y para Robert no era suficiente. Nunca lo era.

Flashback.

"¿Que clase de pase fue ese? Si lo hubieses dado un poco mejor, quizá no hubiésemos empatado ese partido. ¿¡Entiendes lo importante que era!?"

Marco apretó los puños con fuerza. Habían empatado un partido importante y parte de la culpa recaía en el por no haber hecho lo suficiente. Y entendía el enojo de Robert pero sentía que estaba siendo irracional, al final eso no hubiera cambiado nada.

"¿Y a ti que mierda te sucede? Soy el capitán y si decido hacer algo, así tiene que funcionar. No me vas a venir a decir que hacer cuando llevas dos meses aquí.

Marco molesto, retiró el agarre de Lewandowski y se fue directamente a las duchas. Nadie había presenciado esa pelea y estuvo bien, no quería que el espíritu de todos terminara igual de herido que el de él.

Marco dejó que la ducha se llevara sus pensamientos. Y cuando salió de ahí Lewandowski lo estaba esperando, haciéndole una seña para que lo siguiera. Ambos salieron por otro lado donde no los estuviera esperando gente para firmar algo. Robert continuó caminando hasta llegar a un lago no tan grande  con una vista abierta. Ninguno de los dos dijo nada y Robert se sentó, comenzando a tirar piedras al agua.

Marco se unió y jugando con una piedra en sus manos, esperó. El silencio no era incómodo y no lo quería interrumpir.

"Perdón. No debí decirte todo eso".

Marco juntó sus piernas a su pecho. Estaba bien. No esperaba algún tipo de disculpa pero quería estar bien con él, no sabía si por el equipo o por el mero egoísmo de tenerlo para él. Si estaba bien o no, lo reflexionaría después.

"¿Sabias que cuando te enojas se te hace una arruga ahí, en tu entrecejo?"

Marco alzó su mano y apretó esa parte del rostro de Lewandowski. El otro sonreía apenas y lo miraba. Compartieron un silencio luego de una risa y miraban sus labios. Se podía ver el vapor emanar de sus respiraciones, Marco incluso entreabrió sus labios que temblaban un poco del frío que hacía y se separó cuando notó la cercanía de Robert, cuyas manos se apoyaron en el rostro del alemán, como si tomara un pajarito herido, cuidadoso, que se iba por miedo a volver a ser herido.

Oh.

Eso había dolido como una punzada directa al pecho para el polaco. Como si el rechazo hubiese sido inminente pero tampoco esperaba que algo sucediera. No sabía que sentir o más bien, por qué sentía lo que se supone que estaba experimentando. Y por qué era negativo y quería deshacerse de ello.

Reus estaba rojo absolutamente del rostro y volvió a fijar su mirada en el lago, deseando que el sentimiento que empezaba a aflojar en su pecho fuese pisoteado dejándolo en cenizas.

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⏰ Última actualización: Nov 18, 2023 ⏰

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