IX; you're on your own, kid

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          REINETTE NO ERA PARTIDARIA DE LA VIOLENCIA EN NINGÚN aspecto posible, pero en esos momentos estaba replanteando su propio punto vista

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REINETTE NO ERA PARTIDARIA DE LA VIOLENCIA EN NINGÚN aspecto posible, pero en esos momentos estaba replanteando su propio punto vista. No estaba enfadada con sus amigos, comprendía su situación, pero ahora estaba un poco decaída por cómo estaba avanzando el día.

—Ya puedes salir, Harry— dijo, dando un pequeño sorbo a su infusión, que ahora yacía templada en la taza de mármol—. Se han marchado.

Harry salió de debajo de la mesa. Se sentó en el sitio que antes le había pertenecido a Christian, un poco de polvo se quedo pegado a sus vaqueros desgastados, pero no se molestó en quitarlo. Los tres chicos de Gryffindor podían sentir cierta rabia en la pelinegra, cosa que nunca antes habían presenciado y que les aterraba un poco.

Una repentina corriente de aire lo despeinó. Se había vuelto a abrir la puerta de Las Tres Escobas. Harry casi se atragantó, Ron miró con miedo y nerviosismo al chico. El profesor Flitwick y la profesora McGonagall acababan de entrar en el bar con una ráfaga de copos de nieve. Los seguía Hagrid muy de cerca, inmerso en una conversación con un hombre corpulento que llevaba un sombrero hongo de color verde lima y una capa de rayas finas: Cornelius Fudge, el ministro de Magia.

En menos de un segundo, Reinette obligó a Harry a agacharse y esconderse debajo de la mesa, empujándolo con las manos, otra vez. Chorreando cerveza de mantequilla y en cuclillas, empuñando con fuerza la jarra vacía, Harry observó los pies de los tres adultos, que se acercaban a la barra, se detenían, se daban la vuelta y avanzaban hacia donde él estaba.

Hermione susurró:— ¡Mobiliarbo!

El árbol de Navidad que había al lado de la mesa se elevó unos centímetros, se corrió hacia un lado y, suavemente, se volvió a posar delante de ellos, ocultándolos. Los profesores y el ministro de Magia se sentaron en la mesa que tenían a un lado. Poco después, la señora Rosmerta se acercó a la mesa a atenderles.

—Una tacita de alhelí...

—Para mí —indicó la voz de la profesora McGonagall.

—Dos litros de hidromiel caliente con especias...

—Gracias, Rosmerta —dijo Hagrid.

—Un jarabe de cereza y gaseosa con hielo y sombrilla.

—¡Mmm! —dijo el profesor Flitwick, relamiéndose.

—El ron de grosella tiene que ser para usted, señor ministro.

—Gracias, Rosmerta, querida —dijo la voz de Fudge—. Estoy encantado devolver a verte. Tómate tú otro, ¿quieres? Ven y únete a nosotros...

—Muchas gracias, señor ministro.

La señora no tardó en marcharse y volver con una bebida para ella. Reinette pudo percibir el nerviosismo de Harry, incluso estando oculto. La chica se preguntaba cómo haría Harry para volver al castillo, suponiendo que los profesores no tardaran mucho en terminar sus bebidas. A la pierna de Hermione le dio un tic.

𝐖𝐄𝐒𝐓 𝐂𝐎𝐀𝐒𝐓 | ʜᴀʀʀʏ ᴘᴏᴛᴛᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora