Los desastres naturales son eventos que ocurren por causas naturales y que tienen efectos negativos sobre la vida humana, el medio ambiente y la economía. Algunos ejemplos de desastres naturales son los terremotos, los huracanes, las inundaciones, los incendios forestales y las erupciones volcánicas. Estos fenómenos pueden provocar daños materiales, pérdidas humanas, desplazamientos de población, enfermedades y hambrunas.
Los desastres naturales pueden clasificarse según su origen en geológicos, meteorológicos, hidrológicos y biológicos. Los desastres geológicos son aquellos que se originan en el interior de la Tierra, como los terremotos y las erupciones volcánicas. Los desastres meteorológicos son aquellos que se relacionan con el clima y la atmósfera, como los huracanes y las tormentas. Los desastres hidrológicos son aquellos que involucran el agua, como las inundaciones y los tsunamis. Los desastres biológicos son aquellos que se deben a organismos vivos, como las plagas y las epidemias.
Los desastres naturales pueden prevenirse o mitigarse mediante la adopción de medidas de prevención, preparación, respuesta y recuperación. La prevención consiste en evitar o reducir los riesgos de que ocurran los desastres mediante la planificación territorial, la educación ambiental y la gestión de recursos. La preparación consiste en estar listos para afrontar los desastres mediante la elaboración de planes de emergencia, la dotación de recursos y la capacitación de personal. La respuesta consiste en actuar durante y después de los desastres mediante el rescate de víctimas, la provisión de asistencia humanitaria y la coordinación de actores. La recuperación consiste en restaurar las condiciones normales tras los desastres mediante la reconstrucción de infraestructuras, la rehabilitación de servicios y la reactivación económica.