Un Sergio muy exitoso llega a Mónaco con la idea de trabajar allí por un corto tiempo, pero todo cambia cuando conoce a Max, quien en el primer encuentro cambia todos sus planes.
Max se fue a casa tan pronto como terminó con su último paciente y agradeció al universo no tener guardia esa noche porque se sentía como la mierda. No quería hablar ni dar explicaciones. Solo quería perderse en sus videojuegos y olvidarse de la realidad. Pero olvidó que los chismes en el hospital vuelan rápido y pronto hubo un golpe en su puerta.
— Max, abre la puerta ahora mismo.— Era Lando y sonaba enojado.— Lo digo en serio amigo, tenemos que hablar.
No quería, pero conocía a su amigo y no iba a desistir, así que abrió la puerta y lo dejó entrar.
— Max, ¿qué mierda? Te he estado enviando mensajes de texto y llamándote durante las últimas 3 horas.
— No me había dado cuenta.— dijo Max en voz baja.
Lo cierto era que al salir del consultorio de Sergio silenció las notificaciones y el volumen de su teléfono, dejándolo en su habitación al llegar a casa. No quería hacerse ilusiones cada vez que recibía un mensaje.
— ¿Qué pasó con Checo? Realmente eres el idiota más grande que he conocido.
— Lando, de verdad no quiero hablar del tema.
— Bueno, necesito saber que pasó. Solo sé que saliste de su consultorio todo triste, y bueno la gente habla. Sergio tampoco se veía feliz.
— Terminamos. Se acabó.
— ¿Qué? ¿Así sin más? ¿Qué pasó?
Max miró al techo, sintiendo que las lágrimas nublaban su visión.
— Quería más y no puedo dárselo ahora. Dijo que era la última vez, así que... se acabó.
— ¿Y vas a dejarlo así? ¡Habla con él!
— Lando, ya lo lastimé lo suficiente y...
— ¿Y?
— ¡Se rindió tan fácil! ¿Cómo se supone que voy a confiar en él si se da por vencido así?
— Max, ¿te das cuenta de lo que estás diciendo? ¡Esperó un mes! ¡Fue paciente y comprensivo! Lo rechazaste como 4 veces. Demonios, incluso hiciste tus escenas de celos y él se tomó el tiempo para calmarte y explicarte la situación. Estás siendo injusto.
