Un Sergio muy exitoso llega a Mónaco con la idea de trabajar allí por un corto tiempo, pero todo cambia cuando conoce a Max, quien en el primer encuentro cambia todos sus planes.
— Todavía no puedo creer que te vomitó.— Checo escuchó la respuesta divertida al otro lado de la línea. Eran las 9:00 pm y estaba preparando la cena mientras hablaba con Max por teléfono. Luego escuchó una risa mientras el joven realmente disfrutaba su tragedia.
— Sí, fue horrible. Ya había pasado un tiempo desde que alguien me vomitó encima. Bueno... tú lo hiciste el sábado.
— ¡Oh, cállate!
— Te dije que estabas borracho pero como eres terco no querías admitirlo.— respondió Sergio mientras cortaba las verduras para su sándwich, asombrado por la terquedad de Max.
— ¡No estaba tan borracho!— dijo Max indignado.— De todos modos, es una pena. Me gustaba esa camisa. Te quedaba muy bien.
Checo sintió mariposas en el estómago porque aún se estaba acostumbrando a ese lado de Max, el dulce y cariñoso.
— Sí, probablemente esté arruinada. Requiere de ciertas precauciones durante el lavado. Eso es lo malo de la ropa cara.
Max se quedó callado un rato y luego lo único que salió de su boca fue un "Hmm".
— Cariño, ¿qué haces? Pareces distraído.— preguntó Sergio intrigado mientras salía y se sentaba en un sofá en su terraza, mirando la ciudad y el mar.
— Ahh...nada.
Escucho a Max decir "mierda" de manera silenciosa.
— Hey, ¿está todo bien?
Max soltó un suspiro de resignación como si estuviera renunciando a algo.
— Sí, estaba jugando Call of Duty contra Lando y me acaba de matar.
— Oh.
Olvidó por un momento que Max era de una generación diferente y tenía otros pasatiempos e intereses a pesar de que también tenían algunos en común.
— Hmmm. ¿Demasiado friki para ti?
— No.— Él rió.— A mí también me gustan los videojuegos, es que a veces se me olvida que somos de distintas generaciones.
