La perdida

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Intentaba procesar todo lo sucedido, había días que la atormentaba el pasado, se cuestionaba si sus decisiones eran las correctas, tenía un amargo sabor de boca que no se podía quitar, el rostro le dolía, los brazos le dolían, la garganta no la soportaba.

Trataba de ignorar los mensajes y se cuestionaba ¿Cuándo había subido el nivel? Era septiembre, el mes donde solía cuestionar reiteradamente todo, no logró entrar a la escuela, nuevamente tenía que esperar y hacer un triple esfuerzo.

Las propuestas pasaron de idioteces de celos, a salvar a las chicas de sus relaciones insanas.

Ella ni siquiera estaba viviendo la violencia como la conocía, pero aun así había algo que le movía, que le dañaba, quería llorar por las relaciones que vivió porque la habían cambiado y tomaron algo de ella, pero se sentía ridícula de hacerlo, ella no era una víctima más, no quería reconocerse como tal. Respiró profundo, tratando de asimilar todo lo ocurrido, las mentiras que había dicho, las metas que se había trazado, eran seis meses, no podía creer que paso medio año dentro de relaciones caóticas, esos hombres no disimulaban sus temperamentos ni maquillaban su violencia, la mostraban desde el primer instante, los celos, la revisión constante de mensajes, el mandar la ubicación, se preguntó si algún día podría volver a ser la misma, se preguntó si sus planes seguirían en pie a pesar de lo ocurrido, no quería volver a otra relación insegura, ni tenía la suficiente energía para engañarse a si misma sobre lo que sucedía, porque todos esos celos y esas inseguridades no eran para ella, su fachada las recibía.

Veía su pared llena de post-it con alternativas para conseguir dinero, con talleres que podría estar tomando para aprender a ser útil, con trípticos de universidades a donde podía ingresar, con departamentos cerca de las zonas, y un costo total de cuanto pagaría al año en colegiaturas, y lo que tenía ahorrado no cubría un año, se sentía miserable por eso.

No podía trabajar tiempo extra porque Kakashi le quito horas, no podía trabajar en otro lado porque los horarios eran de tiempo completo y con salario mínimo, no podía ir a tomar el transporte para trabajar doce horas más dos horas de camino, se sentía atorada.

Por más que ella y su mamá trabajaran no podían ahorrar lo suficiente para tener una vida digna, una vida con vacaciones, con comida, con lo básico en la despensa, agua caliente la mayor parte del tiempo.

Se cuestionaba si podría seguir ahuyentado a los novios violentos de las chicas que la contrataban, mantener su trabajo "estable", recolectar el dinero para la universidad, fingir con su madre que su vida no iba en picada, tratar de recuperar a Chöu, olvidar la relación que tuvo con Kawaki, tomar un curso básico de lo que sea para generar ingresos extra, mantener la casa en condiciones de estabilidad, comprar lo que haga falta para que la casa no parezca en abandono, mantener vivas sus plantas, pretender que no sentía presión por la presión que su madre sentía al querer pagarle la universidad y tener tiempo para ella, aun así todo eso no acabaría con la poca integridad mental que aún tenía.

Bajó las escaleras lentamente mirando fijamente la puerta, los cristales de colores que habían alrededor, de verdad les había costado reconstruir cada detalle de la casa, esa puerta y esos cristales fueron un aguinaldo de su madre, sin regalos de navidad, sin cena de navidad. También la alfombra que tenían en la entrada fue el trueque por la piscina que le había regalado Utakata, el piso que estaba fueron las utilidades de su madre, todo tuvo un costo, su estabilidad emocional, el tiempo de ambas...Tardara lo que se tardara en conseguir lo básico, se sacrificaría a sí misma por obtener una beca, haría lo que fuera para conseguir algo que le cubriera al menos el 70% de algo que ni así podría pagar.

Recorrió el lugar, pensando en todo lo que habían "sacrificado" por tener algo que las hiciera sentir mejor, toda una vida de arduo trabajo, solo eran ellas dos, podían con eso, de algún modo llegarían a sus metas.

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