26. Nadie ama como lo haces tú

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H O R A C I O   P O I N T   O F   V I E W


Llevo una hora lavándome las manos de l sangre de mi alma gemela, el baño, inclusive los cristales estan manchados con su sangre y su ADN, mezclado con el tacto de las huellas dactilares de mis dedos, ni siquiera sentía que era estar vivo en estos momentos, hacía tiempo que no sabía como se sentía el sentimiento de paz mental y ahora estaba a punto de perder a la persona que me completaba. 
Tengo la mirada fija en mis manos, no pienso en nada que no sea él, ni siquiera me molesto en entender a Gustabo, solo le culpo por que en estos instantes es lo que sale de mi, sufrimiento, tristeza, ira.

El sonido del jabón frotándose contra mis manos y enrojeciéndose con la tinta que era imposible de sacar de mi mano, aunque frotara enérgicamente no salía y eso me hacía escocer las manos, empieza a notar un sarpullido en la zona de entre mis dedos y la palma de mi mano, pero estaba en shock, no podía parar de hacerlo pero tampoco quería parar de hacerlo.

Cuando llegamos al hospital Volkov ni siquiera apretaba mi mano cuando se la tomaba, no había movimiento y cuando lo adentraron escuché las descargas de la reanimación, los gritos del médico y cuando quise entrar me denegaron el acceso. No puedo borrar de mi mente su rostro, no había ni un solo rincón de su piel que estuviese limpio, le habían abierto la cabeza por múltiples lados y el médico lo único que me había dicho era que tenía una contusión cerebral, también llamado traumatismo craneoencefálico y que cuando se levantara no me recordaría durante un tiempo estimado de dos semanas.

No me han dicho que tan grave esta, si tiene daños permanentes, si se va a quedar tonto o si alguna vez iba a poder hablar de nuevo. 
Sigo frotando las manos con aún más jabón, hace ya mucho rato que no parpadeo y siento que mis ojos se estan secando mientras pienso en como cojones iba a hacer para perdonar a Gustabo, no quería dejarlo solo, quería entender que Pogo no actúa a su merced, que son personas independientes y que todo iba a estar bien de una maldita vez, pero no era así.

Jack era el único que podía ayudarle, el único que sabría controlarlo y calmarlo. Yo ya estaba muy cansado para hacerlo, tenía mi vida con Volkov y digo "tenía" por que no se que tantas posibilidades tengo de volverla a tener.
Gustabo es mi debilidad, mi vida dependía de que él estuviera bien, de que su problema solucionase pero tampoco quería renunciar a la seguridad de Volkov.
Estaba entre la espada y la pared.

Escucho mi teléfono el cual esta apoyado sobre la encimera del baño, al lado del lavamanos, cuando leo a Gordon no se si contestar por que sé lo que va a decir, que Gustabo esta va a internarse de nuevo y que esta vez no va a salir por ser un peligro para la sociedad.
Pero contesto por que necesito saber como esta, por que muy en el fondo me sigue importando aunque lo haya dejado tirado en casa con policías dispuestos a arrestarlo.

— Estoy en el hospital, tengo que hablar contigo en privado ¿Dónde estas?
Tardo en contestar por que estoy sobre pensando mucho.
— En el baño del pasillo C.

Gordon colgó el teléfono y yo dejé mis manos estar, la sangre ya se había ido y me podía secar las manos aunque mi camisa estuviera manchada todavía, me quería deshacer de ella por que hasta su sangre olía a el, a mi Víctor Volkov, el hombre que perpetró hasta mi última célula.
Escucho pasos en el pasillo y cuando abren la puerta miro por el reflejo del espejo, Gordon me esta mirando y ve como mis ojos han perdido el color y el alma que tenían antes, por que una parte de mi estaba con Volkov.

— Horacio ¿Cómo esta Volkov?
— Mal, tiene una contusión Cerebral y no me va a recordar.

Gordon hace silencio por que es consciente de las pesadillas que estamos viviendo, lo último que necesitábamos era esto, un problema, una partida y un hombre secuestrado con dudosas posibilidades de salir de ahí sin nuestra ayuda y con Gustabo en la cárcel, podíamos darlo por muerto. Me sostenía apoyando las palmas de mis manos en el lavabo, mirando el grifo, pensando en que hacer.
— Lo siento por no llegar a tiempo, Horacio.
— No debí haberme ido de la habitación, es culpa mía.
El inclinó la cabeza hacia la derecha, confundido.
— ¿Como?
Me giré en su dirección, aunque no tuviera ganas de que me viera la cara, estaba horroroso, como cualquier persona estaría en mi situación ¿No?

— Volkov me pidió que os llamase, fui a por mi teléfono fuera de la habitación y Pogo lo encerró, le empezó a golpear, yo no podía entrar, no podía pararlo. — limpio mis lágrimas con el interior de mis muñecas, el timbre de mi voz esta roto. — Pogo me abrió la puerta, se quedó mirándonos unos segundos, su rostro era inexpresivo y unánime. Después se desmayó y calló al suelo, todo pasó muy rápido.
Gordon pasó una mano por su pelo, estaba imaginando como había pasado todo, pero nadie excepto Volkov y Pogo podían verlo claramente.

— Nada es culpa de nadie, solo fue una rueda de acontecimientos, Ley de Murphy, Horacio, si algo puede pasar, va a pasar.

Caminé hasta una pared y me apoyé en ella, pensando en que si no hubiera ignorado el odio y rencor que ambos sentían a lo mejor podría haberlo evitado, pero solo se trataba del destino, de nuestra trayectoria y nuestra forma de afrontar las cosas.
— Quería hablarte de algo, Horacio.
— ¿Gustabo, verdad?
Asintió con la cabeza mientras encendía uno de sus cigarros, se acercó y me acercó uno a mi y aunque no fumara, lo acepté.
— No encuentro manera de decirte esto, me pidió estar a solas con el antes de su detención, acepté por que después de todo, no quería llevarlo al puto túnel de la muerte. — Inspiró el humo del cigarro y lo tiró por la boca, estaba nervioso por contarme esto, pero tenía que hacerlo independientemente de como estuviera yo. — Me dijo que necesitaba dos días para encontrar a su padre.

Mi atención era máxima y mi interior gritaba que por favor estuviera a salvo, que no lo hubieran encerrado y que por favor no me abandonara otra vez, por que quería perdonarle, quería aprender a perdonar esto, por muy grave que fuese, por que era mi hermano y estaba sufriendo algo incurable.
— Prosigue. 
Gordon carraspea la garganta y yo me preparo para la noticia.
— No se los di, así que me obligó a quitarle las esposas tras amenazarme con matarme, me quitó la pistola y me utilizó como rehén para escapar, y lo ha conseguido.

Algo de mi se había aliviado aunque no lo pareciere, mi único miedo era no volver a verle, que tuviese vergüenza, que ni siquiera aspirase a mi perdón, por que eso era lo que más queria, que Volkov estuviera bien para poder hacerlo, volver a estar juntos de nuevo, como antaño, inclusive mejor que cuando estábamos en Los Ángeles.
— ¿Qué piensa Sr Pérez?
No podía decirle lo que en realidad pensaba, no aún.
— En nada, solo pienso en Víctor, si me disculpas.

Avanzo por la puerta ignorando la presencia de Gordon, Volkov y Conway me enseñaron una cosa, a veces es mucho mejor mantenerse callado para evitar cagarla, y esta era una de esas situaciones.
Escuchar esas noticias hizo que mi cabeza se llenase aún de más cosas pero mi corazón había descansado y eso era lo importante.

El alma. 


Voz Silenciosa - Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora