00| LA BENDITA

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La cautivadora imagen del movimiento de sus caderas al caminar, resulta embriagante para cualquier ser mundano que le vea. El sonido de su tacón retumba con un eco sonoro al chocar contra el suelo del establecimiento; obteniendo así, más de la atención que tanto le gusta.

Sabe perfectamente que está en el centro del territorio de feroces bestias hambrientas, codiciosas y orgullosas. Lobos despiadados que no pueden apartar su mirada del misterioso joven que se mueve experto, grácil y confiado de lo que su presencia provoca en los demás.

Si se lo preguntan, por supuesto que Kim Taehyung quiso alejarse del maldito inframundo. Intentó con toda la fuerza de su poca voluntad, ser una persona decente, un joven convencional y cotidiano; pero, por más que lo deseó, ese lugar estaba marcado con acero en su piel, existiendo como un parásito dentro de su cuerpo.

Él no era nadie fuera de la oscuridad del infierno.

La rutina del mundo terrenal, lo abrumó hasta el grado de perder los sentidos.

Durante el tiempo que pasó fuera de ese lúgubre entorno, el doncel pudo asistir a la universidad; rentó un departamento, que lejos de ser extravagante y caro, era sumamente cómodo para él y su mascota de compañía. También tuvo la oportunidad de comprometerse con un hombre bien acomodado en el mundo de las finanzas, quién resultó ser el vicepresidente de una empresa de textiles, y futuro dueño de aquel imperio.

Vivía cómodamente, con un empleo respetable, un prometido que lo amaba hasta la médula, y lo más importante, tenía estabilidad. Pero, aún con todo eso en sus manos, el rubio se sentía intranquilo, inquieto por la ferviente necesidad de salir a divertirse, echar todo por la ventana y volver a la vida que desde siempre conoció.

Solo dos días atrás dejó plantado en el altar a Park Bogum; renunció a su empleo en el despacho de abogados, y arrojó todo por la ventana, —literalmente, arrojó todo por la ventana de su apartamento—.

¡Y joder! ¡Se sintió tan bien!

Se liberó de los pesados grilletes que él mismo colocó en sus manos cuando decidió que la prostitución de su cuerpo, había dejado de ser una opción viable para su pobre corazón; desde que abandonó a su más grande amor, cuando éste le propuso matrimonio en una noche de borrachera, y se ensimismó con la absurda idea de querer probar algo nuevo, tomando sus ahorros y creando una nueva vida, cuando tenía apenas diecisiete años de edad.

Fue una decisión que tomó por mero despecho, una elección que le costó el corazón; y que hoy se daba cuenta de lo errada que fue.

Desde que entró por las puertas del bar más grande y popular del inframundo, sabía que no habría marcha atrás, que sus demonios lo alcanzarían rápidamente, y que lo hundirían de madera definitiva. Jamás volvería a salir, y ciertamente, no estaba en sus planes querer hacerlo.

Sus apretados pantalones dejaban poco a la imaginación de los curiosos ojos que seguían cautelosos sus movimientos; el escote pronunciado y provocativo de su camisa, solo lograba que los espectadores babearan y rogaran para que el satín de la tela se resbalara un poco, solo un poco para poder mirar esos deliciosos pezones que se encontraban ocultos.

Su cabello rubio-platinado, haciendo el contraste perfecto con su atuendo completamente negro. Pero sin duda, lo que logra captar la atención de aquellos degenerados, fue el elegante antifaz en tono carmín que cubría la mitad de su rostro, dándole un aspecto sutil y sumamente misterioso.

»¿Quién es él?«

»¿Estará en servicio?«

»¡Joder! Y le metería hasta lo que no tengo a ese precioso culo...«

Esos fueron algunos de los tantos murmullos que Taehyung alcanzó a escuchar debido al volumen tan alto de la música; y no pudo evitar sonreír con coquetería ante todos ellos; porque ciertamente había echado de menos el descaro con el que los mafiosos y lacayos se expresaban. Sin filtro, o vergüenza alguna.

Ese fue solo el primer paso para darse cuenta de que ya no estaba dentro del mojigato e hipócrita mundo cotidiano, ahora, y después de diez largos años, por fin estaba en su hábitat natural, dónde era una pantera feroz y peligrosa.

Momentos después de pedir un trago en la barra, el rubio tomó asiento en una mesa del centro, y casi al instante, las bebidas patrocinadas por extraños y propuestas indecorosas para compartir una pieza de baile, y quizás la cama, no tardaron en llegar.

Para el chiquillo de antaño, hubiera sido halagador, pero, lamentablemente para todos ellos, Taehyung ya no era ese niño ingenuo y encandilado de quince años. Había crecido y madurado lo suficiente como para impresionarse por palabrería aduladora y obsequios baratos. Ahora era consciente de la belleza que poseía, y de ese poder que sus ojos imponían a los hombres deseosos que deseaban sus caricias. Dejó de ser una simple puta de cantina; ahora tenía el control de sus circunstancias, y sabía cómo manipular los hilos de la vida a su conveniencia.

El bastardo de Stigma llegó para quedarse, y está vez, reinaría el inframundo…

SIEMPRE FUISTE MÍO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora