Pasó una semana desde que acordé con Aron que reuniría un equipo para emprender el viaje a visitar a mi familia. Realmente estaba expectante ante las personas de confianza que traería, no confiaba en nadie y en los pocos que lo hacía, ya no tenía apena relación con ellos o simplemente no me querían cerca.
Estos días, estuve pendiente de los acercamientos que había entre Alya y mi tía, la directora Keyla, se veían de vez en cuando y charlaban, y yo no comprendía esa relación tan repentina.
Comencé a vestirme para salir un rato a correr cuando Aron irrumpió en mi habitación con emoción en el cuerpo.
-Hoy le dirás a tu tía que te dé permiso para irnos a España – me llevé la mano al pecho del susto que acababa de darme.
-¿No sabes lo que es llamar a la puerta? – Aron me miró confundido.
-Sí, ¿por qué lo dices? – ¿a lo mejor debería mejorar mi sarcasmo? – El caso, hoy vas a hablar con tu tía para que nos deje ir de viaje a Madrid.
-Vale – Aron abrió los ojos sorprendidos.
-¿Enserio? ¿Así de fácil? ¿No vas a preguntarme nada?
-No, confío en ti y tengo que estar centrada en encontrar de buenas a Keyla, por lo que no puedo tener más preocupaciones, y entre tú y yo Aron, te quiero, pero el mero hecho de pensar a quienes habrás escogido para el equipo me preocupa, y es lo que menos necesito ahora.
Sin más Aron salió de la habitación y yo terminé de vestirme. Corrí durante cuarenta minutos y decidí pararme en el prado donde hablé con Maya la última vez, tenía unas vistas preciosas y necesitaba recuperar un poco el aliento. Encontré a una chica sentada ahí, me acerqué a ella y la reconocí al segundo, era Kara.
-Veo que no soy la única que le encantan estas vistas – ella me miró y sonrió.
-Supongo que no – respondió – ¿Qué haces aquí Ciara? Debería odiarte por el daño que has hecho a mi hermano.
-¿Y lo haces? – volvió su vista al frente, cerró los ojos, respiró profundo ese aroma a mar y volvió a abrir los ojos cuando lo soltó.
-No – me miró – eres buena persona, solo estás confundida – me dio una sonrisa confidente y me hizo un hueco para sentarme a su lado.
Kara era muy diferente a sus hermanos, parecía la más calmada de los tres, los demás eran una bomba de relojería que podían estallar en cualquier momento, intensos, apasionados, puro fuego; sin embargo, ella era relajada, sabía escuchar, y aunque el comienzo fue igual de frío que con sus hermanos al contrario que con ellos, a los pocos minutos se volvió cercana, sabía que con ella podría mantener conversaciones muy interesantes.
-¿Cómo está él? – su mirada estaba perdida en el horizonte, atenta a los sonidos del paisaje que nos rodeaba.
-Dolido, aunque quiera aparentar que no. Está roto, ¿sabes? realmente sentía por ti Ciara, pero, no te culpo de nada – volvió su mirada a mí y levantó sus hombros – uno no elige de quién se enamora, unas veces sale bien y otras es una mierda. Pero saldrá de esta, no te preocupes.
Escuchar esas palabras en el fondo me hicieron sentir un poco mejor, pues había alguien que entendía todo el caos que tenía en la cabeza.
-Gracias Kara. Solamente quiero que este bien, le quiero de verdad, pero no de la forma que él lo hace – añadí.
-Lo sé, es a Alya a la que amas de esa forma – su respuesta me dejó en shock ¿qué? ¿cómo es posible? No entendía nada.
-¿Qué? ¿Cómo cómo lo sabes?
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El corazón de Orión
De TodoTras la muerte de su padre Ciara descubre una caja que pondrá en duda todas las historias que su padre le contaba cuando era pequeña y todo lo que conocía hasta ahora, su vida, sus amigos, su mundo... ¿Será verdad la guerra de los 12 reinos? ¿Realm...