Capítulo 17

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A la mañana siguiente, tenía muchas lagunas sobre esa noche, apenas recordaba lo que hice, solamente escuchaba vagamente la voz de Ohdey diciéndome te quiero en mi cabeza, lo cual me hacía sonreír cual tonta al pensar que me había perdonado. Busqué a Ohdey por todos los pasillos hasta que lo divisé junto a Tyr.

-Ohdey, ¿podemos hablar? – pregunté tocando su hombro.

Él se giró un poco sorprendido y accedió. Nos apartamos un poco de los demás para tener mayor intimidad.

-Quería pedirte perdón por lo sucedido ayer – hablé, él no dijo nada – siento haberme puesto así de borracha – dije rascando mi nuca tímidamente – yo no tuve buena noche que digamos y decidí refugiarme en la bebida.

-Ya lo que pasa es que yo no me arrepiento de nada de lo que ocurrió ayer – le miré confundida ante su comentario ¿a qué se refiere?

-¿Lo que ocurrió? ¿De qué hablas? – pregunté nerviosa, con miedo a su respuesta.

-¿No lo recuerdas? Los arañazos en la espalda, gemir de placer, desnudos el uno encima del otro ayer me decías que recordarías esto toda la vida.

El mundo acababa de caérseme encima. No, esto no está pasando, no he podido acostarme con él, no soy así, ¿no soy así no? Mi cara perdió su color rápidamente tratando de asimilar todo esto.

-Mmm, tengo que irme Ohdey, no no me encuentro muy bien – me di la vuelta para marcharme, pero me agarró del hombro.

-Ciara, que estoy de coña – rio – no pasó nada, solamente que me vomitaste encima, nada más – mi cuerpo se relajó en un instante.

-Eres un imbécil Ohdey Leegan – grité dándole de su pecho – ¿Cómo se te ocurre? No tiene gracia.

-Bueno un poco sí – siguió con esa sonrisa de estúpido en su boca – deberías haber visto tu cara – río a carcajadas – No, ahora en serio, no pasó nada, te quedaste dormida y cuando me iba a marchar para dejarte descansar, te levantaste y empezaste a vomitar. Me debes unos pantalones y una camiseta nueva – mis mejillas se tiñeron de rojo.

-Te lo tienes merecido por hacerme ese tipo de bromas – ambos reíamos ahora. Ohdey se quedó mirándome fijamente de una forma tierna, pero trató de disimular cuando se percató de mi incomodidad – y por lo de los pantalones y la camiseta trato hecho.

Pasaron unos días desde esa fatídica resaca y Aron y yo estábamos atando los últimos cabos para llegar a la cueva y tenerlo todo organizado sin que nada se nos escapara. Lo único que había podido averiguar sobre las personas que vendrían con nosotros en el viaje es que seríamos en total siete contándonos a Aron y a mí y se podría decir que yo no confiaba en tanta gente, por lo que no entendía a quiénes había traído. Él se encargó de hacerle llegar a mi tía las identidades de los descendientes escogidos.

Llegó el martes, y con ello el día de subirse al avión. Estaba demasiado nerviosa y al mismo tiempo seguía con Alya en la cabeza, esa chica estaba volviéndome loca, pero, me moría por ella, la echaba de menos.

Cogí mi maleta y subí las escaleras del jet, era el momento de conocer a mi equipo. Crucé la puerta y el panorama me sorprendió. Dentro observé a Tyr y Maya sentados en distintos asientos, alejados el uno del otro, y más al fondo estaba una chica que no reconocía de primeras sentada con ¿Ohdey? Sí, era él, ¿la chica sería Alya? ¿habría aceptado venir para ayudarme? ¿significa que la importaba? Me acerqué lo más rápido que pude a ellos – ¿Alya? – la chica se giró y mi ilusión desapareció de inmediato. Era Kara, ella no estaba aquí. Supongo que estaría ocupada o simplemente Aron ni se lo propuso.

Guardé mis cosas en la parte de arriba del avión, y fui al baño. Cuando me dispuse a entrar alguien abrió la puerta golpeándome.

-¡Aron, ten cuidado! que me has dado – gruñí.

El corazón de OriónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora