Capítulo 18

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Nos encontrábamos ya en el tren que nos llevaría directos a la estación de Málaga y Alya llevaba evitándome desde lo ocurrido en la azotea del hotel, estaba bastante distante desde aquel beso. Otra vez fría no por favor, no soportaría dos veces lo mismo.

Aron y yo estábamos sentados juntos, uno al lado del otro, observando el panorama y revisando los últimos pasos a seguir para llegar a la Cueva de las Estrellas. Por un lado, Ohdey, se veía molesto y muy inquieto en su asiento, observé que había estado aislado de los demás, no hablaba con nadie, si quiera con sus hermanas, todo de la noche a la mañana. Por otro, estaban Maya y Tyr sorprendentemente muy cercanos, hablando tranquilamente como amigos. Y finalmente, Kara y Alya, cada una en su mundo, y de vez en cuando cruzaban palabras, pero no demasiadas.

Después de la conversación que tuve con Ohdey acerca de su familia, desconozco cómo están ahora los hermanos, sé de sobra que nunca han sido los más cariñosos entre ellos, pero si es verdad que la poca relación que estaban teniendo había ido cambiando a lo largo de este tiempo, tenían sus idas y venidas.

Aproveché el momento que Ohdey fue a por un café al bar que había en uno de los vagones para pillarlo por sorpresa.

-¡Ey! – le asusté por detrás provocando que se sobresaltara al segundo.

-¡Mierda Ciara! ¿Qué diablos haces?

Digamos que esa no era exactamente la reacción que esperaba. Estaba demasiado enfadado por una mera broma.

-Oye, que era una broma – reí – No pretendía enfadarte. Tampoco es para tanto ¿no crees? – cuestioné con una sonrisa y él me miró de arriba abajo de manera soberbia.

-Lo único de lo que tengo ganas es de que todo esto se pase lo más rápido posible y volver a Procyon de nuevo – arrugué mis cejas confundida ante su confesión, ¿Qué narices le ocurría?

-¿Te pasa algo Ohdey?

-¿Y a ti que más te da? ¿Por qué mejor no vas a ver si Alya necesita algo? – replicó marchándose de ahí, como si nada.

¿Por qué decía eso precisamente ahora? ¿Acaso sabía algo? ¿Nos vería en la azotea? Imposible, estábamos solas, era demasiado improbable.

Regresé de nuevo al asiento, con esos pensamientos rondándome en la cabeza, los cuales se mezclaban con el nerviosismo que tenía encima por llegar a la dichosa cueva. Por fin sabría qué hay detrás de todo esto.

Dos horas después, llegamos a la estación de Málaga y los taxis estaban esperándonos para llevarnos al hostal donde nos quedaríamos a dormir. A diferencia que en Madrid, Ohdey esta vez dormía con Tyr, Kara y Alya juntas, y yo con Aron mientras que Maya era la que tenía la habitación solitaria esta vez, a petición suya. La apetecía estar sola por lo que me dijo, así que tampoco la puse mucho impedimento, respetaría su decisión.

-Ciara – me susurró Aron. Me giré en su dirección quitándome uno de los auriculares – ¿no te resulta familiar el conductor?

Fijé mi mirada en el reflejo del espejo del retrovisor, sin embargo, no me sonaba de nada aquel hombre. Me giré hacia Aron negándole con la cabeza en respuesta a su pregunta, y fue suficiente para que dejara el tema y volviera a escuchar su música.

Una vez llegamos al hostal, repartimos las habitaciones por lo que cada uno fuimos a deshacer el equipaje y descansar un par de horas antes de poner rumbo a la cueva. Llevaba mis cascos puestos mientras escuchaba música y un cojín golpeó mi cara bruscamente.

-¿Querías algo? – pregunté sarcásticamente después del impacto.

-¿Tú sabes que es lo que le ocurre a Ohdey? Está muy raro, y todo de la noche a la mañana, antes le he preguntado, pero me ha mentido, lo he sentido. ¿Tú tienes algo que ver en eso?

El corazón de OriónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora