Prólogo

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Rusia, 2007

¿A dónde lo estaban llevando los hombres de su padre a esa hora tan tardía?

Grigoriy debía estar esperándolo ya en el lugar de encuentro y él llegaría tarde por esto. Ni siquiera se le había ocurrido coger su móvil para avisarlo, aunque esa tarde no recibió ni un solo mensaje suyo, lo que lo tenía preocupado.

—¿Se puede saber a dónde vamos? —preguntó rascándose la nuca, allí donde se le rizaba su pelo oscuro.

Pero nadie le dijo nada hasta que vio con sus propios ojos el lugar en el que se encontraba, lo habían llevado por otro camino diferente al que solía tomar él. El corazón se le detuvo por unos instantes al oír unos gruñidos desde el exterior.

Un horrible presentimiento se asentó en la boca del estómago y posó una mano sobre este.

Uno de los hombres, entonces, abrió la puerta para que pudiera ver el escenario dantesco que tenía ante sí.

En el centro de la habitación había un joven de pelo corto rubio con las manos atadas sobre su cabeza, colgando de la viga central. El torso estaba lleno de cortes de los que manaba abundante sangre, manchando el piso. No muy lejos, junto a una mesa estaba su padre limpiando un cuchillo con un paño blanco que dejó manchado de color carmesí con demasiada calma.

Su pelo oscuro con algunas canas ya asomando estaba desordenado, lejos de la pulcritud que lucía siempre.

La camisa blanca y el chaleco beis estaban salpicados de sangre, pero esa visión no lo desagradó tanto como la persona que colgaba de sus muñecas y que conocía tan bien.

Estuvo a punto de soltar su nombre, pero se contuvo justo unos segundos antes de que su voz saliera de su garganta. No quería imaginar lo que podría pasar si hacía el más mínimo movimiento hacia él.

—Mihail... qué bueno verte. Imagina que mis hombres encontraron a este mocoso en mis dominios.

El joven no podía hablar, estaba paralizado y su sorpresa fue mayúscula cuando Sergei levantó la cabeza y pudo ver el corte que le atravesaba la mitad de su cara pasando por uno de sus preciosos ojos azules.

Su padre se había ensañado con él y sintió deseos de vomitar, pero no podía dejar entrever cómo se sentía.

—¿Sabes quién es? —preguntó su padre.

Los labios de Mihail temblaron al intentar hablar. No podía apartar la mirada del único ojo sano de Sergei.

—El... el hijo de tu... tu enemigo —logró responder el joven.

—¡Exacto! —exclamó su padre con mirada de loco—. Esta oportunidad no se presenta todos los días ¿entiendes?

—¿Acaso piensas matarlo?

—Debería... Ha entrado en mis dominios y eso se debe pagar.

Su padre estaba dispuesto a matarlo y todo por su culpa, por no buscar un sitio lejos de los dominios de ambas familias. Tenía que impedirlo como fuera, pero ¿cómo?

Trató de pensar algo, lo que fuera con tal de sacarlo de ahí. Volvió a mirarlo y pudo sentir el odio que rezumaba su único ojo sano. ¿Acaso pensaba que había sido una trampa?

Él jamás habría hecho eso. Lo amaba y estaba dispuesto a huir con él de Rusia para poder tener un futuro juntos, como tantas veces habían planeado.

De repente, la puerta se abrió y uno de los hombres del padre de Mihail dijo.

—¡Señor, acaban de llegar los Novikov!

El hombre sonrió y se dispuso a salir de allí, no sin antes posar las manos en los hombros de su hijo.

—Continúa mi trabajo, así estarás preparado para cuando heredes mi puesto.

—¿Qué? —preguntó.

Pero su padre salió corriendo acompañado de sus hombres que le entregaban una pistola.

Mihail aprovechó ese momento para acercarse a Grigoriy y desatarlo.

—Lo siento, Grisha, no sabía que mi padre acabaría descubriendo nuestro lugar secreto... Te ayudaré a escapar, ahora que tu familia está aquí... Quizás este sea el momento de escapar.

Cuando Grigoriy estuvo libre de las ataduras, empujó a Mihail que lo miró con sorpresa.

—¿Crees que pienso creerte? Todo esto era un plan ¿verdad? Ahora vas a matarme a traición ¿no es eso?

—¿Qué? ¿Qué dices? Yo no te mentiría jamás y lo sabes bien —respondió Mihail retrocediendo hasta estar al lado de la mesa.

Entonces Grigoriy tomó el cuchillo que estaba sobre esta, el que había usado Morozov con él y apunto al chico que acabó quedando pegado a la pared, acorralado.

El rubio le puso el cuchillo contra el cuello a Mihail.

—Claro, tú me hiciste caer en tus redes, pensé que todo era real, pero me tendiste una trampa —murmuró Grigoriy totalmente pegado al rostro del otro.

Este tragó saliva, sintiendo el filo del cuchillo tan cerca que temía hacer el más mínimo movimiento por si se cortaba.

—¿Crees que yo haría algo semejante? ¿El que te propuso buscar un sitio para poder encontrarnos? ¿El que dio la idea de largarnos de este puto país y huir de nuestras familias? ¿De verdad crees que yo te traicionaría de esa manera?

Grigoriy apartó un poco el cuchillo, lo que le dio la confianza suficiente a Mihail para levantar la mano y posarla en la mejilla herida del chico sintiendo un terrible dolor por lo que su padre le había hecho.

—Entonces... —comenzó a hablar el rubio—. ¿Tú realmente me quieres?

Mihail asintió.

—Claro. Es más, podemos irnos ahora mismo. Nadie está vigilando este lugar, es el mejor momento para ello. Deja el cuchillo y vayámonos.

De repente, un pinchazo en su vientre hizo que Mihail abriera los ojos, mirando a Grigoriy que lo observaba serio con el único ojo sano lleno de odio. Su mano fue cayendo poco a poco para tocarse la zona que ya estaba empapada de sangre y donde sobresalía el cuchillo que hacía pocos minutos tenía el rubio en la mano.

—Nos iremos, pero no juntos, Misha. —Se acercó al oído para susurrarle—. Espero que te pudras en el infierno.

Grigoriy se alejó, un poco tambaleante y lo miró antes de salir de aquella caseta en la que tantos momentos habían compartido juntos.

Mihail no pudo ir tras él para detenerlo. Su cuerpo cayó al suelo y estiró el brazo para llamarlo, pero la pérdida de sangre provocó que poco a poco la oscuridad lo fuera envolviendo todo, sintiendo el terrible peso de la traición.

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⏰ Última actualización: Jun 11, 2023 ⏰

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