Nicholas está sentado en una de las largas mesas que decoran la biblioteca. Libros, fotocopias y apuntes lo rodean como un fuerte y me doy cuenta rápidamente que no lleva su tradicional ropa de trabajo. Por el contrario, viste un conjunto deportivo de un hermoso verde oscuro, logrando que su piel de miel resalte a la perfección. Ése look lo hace verse al menos cinco años más joven y si no lo conociera de nada podría camuflarse con el resto de los estudiantes.
-Lo lamento -dice rápidamente y una sonrisa aparece en su bello rostro-. No quería asustarte.
El alma me vuelve al cuerpo y me acerco a él, agradecida de que no fuera un viejo fantasma de la biblioteca esperando a atacar a su próxima víctima.
-¿Qué haces aquí? -le pregunto después de sentarme a su lado-. Ya es tarde para estar despierto.
-Podría decir lo mismo de ti -contesta y me mira de arriba abajo-. Pero parece que tú sólo estás aquí de pasada.
Miro mi atuendo y entro en pánico. Acabo de recordar que llevo un vestido corto y escotado, totalmente inapropiado para el lugar en el que estábamos. Tomo el primer libro que encuentro y me cubro los pechos, que están a punto de salirse de lo apretado que me queda.
-Lo siento -balbuceo nerviosa-. Tenía otros planes pero se cancelaron.
-¿Quién se atrevió a dejarte plantada?
Me quedo de pie frente a él sin saber qué decirle. Nicholas vuelve a sonreír y se levanta de su asiento. Luego me quita el libro de las manos y lo deja sobre la mesa.
-Soy mucho más que tu profesor, Charlotte. Podemos hablar de cualquier cosa.
-¿Estás seguro de eso?
Mi pregunta lo agarra desprevenido y sus ojos de dragón me estudian con curiosidad.
-¿Disculpa?
Frunzo los labios y levanto una ceja. No sé qué me ocurre pero quiero saber si Nicholas está interesado en mí o si sólo le gusta endulzar los oídos de las jóvenes ingenuas.
-Dijiste que eres mucho más que mi profesor y que podíamos hablar de cualquier cosa, como si fueras mi mejor amigo.
-Bueno... Si...
Sus palabras son suaves y cautas. Como si estuviera caminando sobre hielo delgado.
-¿Y es eso lo que quieres? ¿Ser mi amigo? Porque sinceramente yo no quiero que lo seas.
-¿Qué es lo que deseas entonces? -pregunta con un tinte de esperanza mezclado a un nuevo tono sensual de voz y eso provoca un cosquilleo en mi vientre.
-No lo sé, Nicholas... Dímelo tú...
Un silencio incómodo se planta entre nosotros y nos mantenemos la mirada como si fuera una especie de apuesta, donde pierde el primero que habla. Me acomodo el cabello hacia atrás y cruzo los brazos a la altura de mis pechos, haciendo que sobresalgan más de lo permitido. No me considero una mujer sensual o misteriosa, de hecho soy todo lo opuesto, pero mis hormonas están por las nubes y ya me cansé de jugar a la niña tonta.
Los minutos siguen corriendo y Nicholas no me responde. Sonrío con tristeza y me dispongo a dejar la biblioteca, aquello era exactamente lo que necesitaba para darme cuenta de que solo está jugando conmigo.
-Charlotte, espera -dice al fin, tomándome del brazo-. No puedo hacerlo, y lo sabes.
-¿Por qué no? Tú fuiste el que se acercó a mí. Tú fuiste el que estuvo insistiendo en derribar el muro que te puse desde el primer día de clases. Tú fuiste el que cocinó pasta y lo llamó una cita. Tú fuiste el que quiso hablar por horas en tu despacho en vez de tocar los malditos módulos de mi tutoría.
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La Siguiente Lección
Любовные романыCharlotte es una joven que vive una vida universitaria tranquila junto a sus mejores amigas y compañeras de habitación. Su día se divide entre los estudios y un trabajo de medio tiempo como tutora de literatura inglesa en su universidad. Sin embarg...