miércoles›‹09

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Dientes chocando entre sí, una lengua empujando desesperadamente, una boca demasiado abierta, saliva

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Dientes chocando entre sí, una lengua empujando desesperadamente, una boca demasiado abierta, saliva.

Demasiado agresivo.

Jennie me había reprobado en historia era mi turno en reprobarla en besar.

— Tranquila — susurré en su oído. — Con calma o no será bueno para ningúna de las dos.

— ¿Tan mal lo hago? —  preguntó, tenía sus ojos brillando, sus labios rojos e hinchados y las mejillas sonrosadas.

Oh por dios, oh por dios, oh por dios.

— Podría ser peor, pero ese es el chiste, aprender.

Asintió nervioso, sus labios se habían vuelto rojos y brillantes.

— No abras mucho la boca y no hay necesidad de meter la lengua a la primera — volvió a asentir. — Sólo sigue mi ritmo.

El siguiente beso fue más lento, más placentero, más suave, aunque hubo momentos en que nuestros dientes chocaban, era incómodo, pero no tanto.

Cerré la laptop y la hice aún lado sin dejar de mover mis labios, hice que se acostara en la cama. Nos separamos.

— Ves, estuvo mejor, pero aún no pasas mi materia, ¿Qué tal otro beso?.

Cerró los ojos y volví a juntar nuestros labios, esta vez fueron suaves y de vez en cuando mordía sus labios y volvia besarla. Medí el terreno pasando mis manos por su cintura.

Ella las apartó sin dejar de besarme.

Sus manos tenían un ligero temblor, estaba nerviosa.

Por lo menos sabía que no pensaba llegar más allá de unos besos.

Me aparte acomodando su cabello.

— Cuando tengas un novio, la boca no es lo único que puedes besar.

Ella asintió.

Besé la comisura de sus labios y hice un recorrió por su mandíbula, era una mandíbula muy femenina. Besé su cuello y ella dejó escapar algunos suspiros.

— Esta mal — dijo. — ¿Si quiero aprender a besar a un chico porque me siento como si yo fuera la chica?

— Precisamente por eso, como vas a saber lo que te gusta si no has probado no sabrás, tranquila, sólo relájate.

Asintió de nuevo.

Que jodida mentirosa eres Lalisa Manoban.

Pero la lógica que había usado sonaba bastante convincente. De nuevo besé su cuello, bajando un poco hasta sus clavículas, saboreándolas con mi lengua, de nuevo moví mis manos a su cintura y de nuevo ella volvió apartarlas.

Entonces logré hacer que se alzara un poco y las puse en su trasero.

— No, no esta bien — intentó apartarse pero la tenía aprisionada con mi cuerpo.

— Si te gusta no hay forma de que este mal, esta mal si no te gusta. ¿No te gusta?

Ella negó.

— No es eso, es raro.

— A ti seguramente te gustará que te toquen el trasero, sólo estoy mostrándote como lo van a hacer.

De nuevo asintió.

Mierda... mierda... Jennie no podía ser real, era demasiado ingenua como para tener las mejores calificaciones de la escuela.

Pero eso no importaba, lo que importaba era esa jodida apuesta.

La besé en los labios de nuevo, acariciando sus nalgas.

Oh sí, estaba respondiendo de la forma en que yo quería, podía sentir una humedad golpeando mi bulto.

— Perdón.

— No te preocupes es una reacción completamente normal.

Me froté contra ella buscando mi propia excitación.

— Oh dios — gimió.

— Oh dios — gemí frotándome más rápido.

Hasta que la puerta de la habitación se abrió.

— ¡Hola Jen!, ¡Mierda!

Jennie me empujo rápido y se sentó en la cama alterada y preocupada.

— ¡Jisoo no digas nada! Jodida mi suerte.

Tomé mi teléfono del buró antes de que la intrusa se diera cuenta que estaba grabando.

— Será mejor que me vaya — empecé a acomodar mis cosas y Jen hizo lo mismo, Jisoo no había salido de la habitación.

Que frustrante, Jisoo no sólo había jodido mi apuesta sino que también mi diversión, haber salido de la habitación con un bulto en mis pantalones no fue nada agradable.

Que frustrante, Jisoo no sólo había jodido mi apuesta sino que también mi diversión, haber salido de la habitación con un bulto en mis pantalones no fue nada agradable

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Solo una semana | 𝗝𝗟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora