Capítulo Único

747 93 4
                                    

Después de los sucesos de la broma de los gryffindor's, los Slytherin como buenas serpientes, se querían vengar.

Por ende nos dirigimos primero a la habitación de Blaise, todos los del equipo estaban allí porque era sábado y estaba lloviendo muy fuerte, por consiguiente nadie quería salir.

Los chicos se encontraban jugando uno, o bueno, tratando de no matarse entre si.

— ¡Uno! Putos, váis a perder —exclamó muy sutil Theodore.

— ¿Por qué mejor no te sacas las diez cartas que tienes en el culo? Tramposo de mierda —dijo Blaise.

— Qué tú seas un asco jugando, no significa que los demás ta... —Antes que Theodore acabase la frase, Draco de una patada lo tiró al suelo desde la cama. Obviamente mientras Theo iba cayendo las cartas que tenía debajo de la piernas también.

—¿Qué dijiste, mi amor? —Respondió Draco a la par que Blaise se reía a carcajadas. —Mataron, mataron un inocentee —Cantaba Adrián Pucey a todo pulmón y alargando el sonido de la e como una clara señal de humillación.

—Jaja. Muy graciosos, hijos de puta —exclamó la princesa que yacía en el suelo. —Adrian ¿qué llevas allí? —preguntó Theo que veía como su amigo llevaba treinta cosas en la mano, unas tijeras, un pegamento.

—¡Oh! Debo hacer el trabajo de manualidades para la señorita Pouff, le prometí que la ayudaría con las decoraciones de San Valentín. Y... —En ese instante su bote de purpurina cayó de la mesa y se abrió, sobra decir que, todo el piso estaba lleno de rojo. El pobre Adrián solo se sonrojo de la vergüenza —Yo.. Eh, perdón. No quería...

—Adrian, relájate. No somos tus padres. Solo es purpurina. —Y dijo dándole fin a la oración con un hechizo recogió todo y lo devolvió a su bote.

—Lo que Draco quiere decir es, que nosotros no nos vamos a molestar porque hagas algo mal. Adri, eres humano. Todos nos equivocamos. —Dijo Blaise mientras le colocaba la mano en el hombro al chico. El pobre ya caí se encontraba con las lágrimas cursando sus ojos. Un pequeño gracias fue suficiente para Zabini.

—Se me acaba de ocurrir un idea increíble —Exclamó Alex, un jugador del equipo que había entrado nuevo ese mismo año. —¿Recuerdan la broma de los leones garrapatas? —Los demás asistieron, aunque por defecto, Blaise y Draco se sonrojaron al recordar el nivel de vergüenza que habían pasado. —¿Qué les parece si les llenamos la habitación de purpurina mágica?

—¿Qué diferencia tiene con la muggle? —Inquirió Adrián. Él era uno de los pocos hijos de muggles que se hizo un puesto respetable en Slytherin y mucho más en el equipo de Quiddicht, tuvo que pelear con uñas y dientes, lo bueno fue que valió la pena. Era uno más en el grupo.

—La mágica es muy difícil de quitar, puede quedarse estancada hasta meses. En cambio, la muggle puede quitarse fácilmente con un movimiento de varita.

—¡Oh! Gracias Draco. —El susodicho sonrió y a Adrián se le metió una idea en la cabeza. —¿Por cierto, Alex que decías sobre la broma?

—Estee... Ah! Imagínense. Vamos a los dormitorios de Gryffindor, al llegar debemos conseguir la contraseña, después subiremos a las habitaciones y las llenaremos con bombas de purpurina. Cuando entren, las bombas se activarán y ¡Pumm! Fiesta.

—Me apunto. —Dijeron todos a la vez.

—¿Y como entraremos? —preguntó Draco.

—¡Con una distracción! —gritó Blaise. —¿Pero quién? —La respuesta no hizo falta ya que todos se le quedaron mirando. —No, no, no. No pienso hablar con Weasly, es un imbécil al que, ni quiero ni pienso ver.

Una broma con exceso de purpurina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora