Amor en oposición.

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Cuando me enteré de la muerte de Salvador Allende estaba a punto de irme a dormir en la moneda, no me importó la hora y en la oscuridad de mi habitación me coloqué los zapatos, rápidamente salí y una brisa de viento fuerte atravesó mi cabello lacio, la noche era negra pero más negra era mi alma ante la noticia.

Pasé por la tienda más cercana y le compré un ramo de flores blancas y una caja de chocolates que temía que se derritiesen con el calor de mi corazón.

Debería alegrarme por la muerte de mi enemigo pero ¿por qué mis ojos lloran su partida?

Fui al cementerio en el que ahora descansaba producto de mi traición y busqué su lápida, cuando la encontré dejé mis flores sobre el montón y me senté a admirar a mi viejo amor. Recordé aquellos momentos en los que bailábamos al compás de la música, corazones ardiendo a rojo pasión y dos mundos opuestos juntándose para convertirse en uno solo.

-Te pido perdón amor mío, si bien tu produjiste tu muerte, fui yo el causante de aquello. Ni la más moderna tecnología podría comprender los sentimientos que hoy me atormentan, la culpa me consume y mi conciencia no se callará sin tu perdón.

Entonces sentí una particular calidez que rozaba mis fríos hombros, se sentían tan familiares, como si sus manos fueran las causantes de aquella sensación. Entonces comprendí que me perdonabas amor ya que en el fondo conocías lo fuerte de nuestra conexión que aunque lo parecía, nunca se perdió.

Extrañaré cada día tus labios y rezaré cada noche por tu descanso eterno

Siempre tuyo, Augusto Pinochet.

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Amor en oposición (𝐀𝐥𝐥𝐞𝐧𝐝𝐞 𝐱 𝐏𝐢𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞𝐭)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora