Tarde de compras

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El héroe sin harem

Capítulo 20: Tarde de compras

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Creyó al principio que preferiría explorar una mazmorra subterránea tétrica y ófrica, llena de estalactitas y estalagmitas, con zombis acechando en las sombras, no obstante, se sorprendió que disfrutaba de un día de compras con Tina y Alpecia.

La capital del reino era una buena ciudad y la gente tenía el corazón dispuesto para la bondad. Las calles, avenidas y plazas, lucían radiantes luego de que las huellas del caos fueron barridas, las jardineras ofrecían sus fragancias y tanto abejas como otros insectos, iban de flor en flor asemejándose a diminutas hadas en busca del néctar.

«Son buenas chicas, no fueron de compras a la primera. Hasta compiten por ser mis guías en la ciudad, solo espero no engordar con tantos bocadillos», pensaba luego de pasar por el enésimo puesto de comida, nunca creyó que en un solo día probaría tanta comida variada.

—¿Te vas a llevar todo eso? Siempre pides un poco extra y lo pones en tu espacio dimensional —dijo Tina.

—Es que en la noche me da hambre —se excusó para no dar a conocer la existencia de Eros y revelar que toda esa comida era para él, que volaba con los bigotes caídos por la pena de no poder llevarse algo a la panza.

—Pero si en el palacio pueden prepararte lo que desees —dijo Alpecia.

—Sí, pero me da pena molestar a los cocineros con mis caprichos, después de todo, solo soy un invitado de la reina.

—Vaya que eres un héroe muy modesto, toda una diferencia de lo que se ve por aquí.

—¿Acaso conoces a otros héroes? —le preguntó a la pelirroja que tenía un traje verde, ese era su color favorito.

—¡No, claro que no! Solo que conozco a los chicos y por lo general alardean de las cosas que hacen o dicen tener. Siendo el héroe de otro mundo, pensé que te ufanarías más de ti mismo.

—Ex héroe de otro mundo, y no soy como esas personas, prefiero ser humilde.

—Si no eres como los demás, entonces, no te importará que después cargues con nuestras compras. Los chicos siempre se quejan, ¿acaso no son hombres?, se supone que son más fuertes que nosotras, las pobres exponentes del sexo débil —dijo la pelirroja poniendo una pose amanerada de damisela en problemas.

—Que buena esa, ¿tú, débil? Me late que eres de las que tiene bien amarraditos a los chicos en su meñique.

—Una chica debe usar todas sus armas a su favor. Fortaleza mental, en eso me caracterizo; Tina, sí, ella es fuerte pese a su apariencia, es buena peleando.

—¿Incluso contra hombres más grandes que ella?

—Claro que no, es obvio que las mujeres no podemos pelear de tú a tú con hombres enormes, pero sabe usar trucos sucios y conoce artes marciales; si vieras las patadas altas que da, yo no podría pelear de esa manera, se me desgarraría el himen —dijo fingiendo carácter virginal.

—Ya veo, que cosas —dijo nervioso de tocar temas que consideraba femeninos.

—¡Miren! ¡Qué bonitos! —exclamó Tina, señalando un escaparate y yendo hacia aquel.

Su prima miró a los alrededores para ver la sección del paseo en el que se encontraban, al no haber tiendas de ropa elegante, sino dedicadas a la venta de juguetes, dio un suspiro de resignación, no obstante, al acercarse para ver, sus instintos infantiles se reflejaron en su rostro con bellas pecas y también se interesó en los juguetes de muestra.

Isekai: El héroe sin harem (Completa. De Bolivia para el mundo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora